martes, junio 28, 2005

Cronica de un agotamiento anunciado.

Se lo dije a mi jefa. Hace seis meses, le advertí que si las cosas seguían así, sería cartucho quemado. Que si seguiamos aceptando cuentas de "tengan todo listo en tres días" no iba a haber analista que aguantara. Que a medio año ibamos a tener más cuentas, que esto tiraba para crecer...
Arreglos de tres meses. Parches. Hoy soy un cartucho que no está quemado, simplemente se le agotó la pólvora. Es más, tengo pólvora, pero me niego a hacerla explotar.
Resulta que ahora, a la hora de la comida, me ha dado por andar en la calle. Estoy redescubriendo lo que se siente andar fuera, tener tiempo, ver el mundo. Me estoy cuestionando si mis 24/7 x 365 valen mi sueldo. Creo que la respuesta es ampliamente NO.
Recuerdo los tiempos en que me ponía de malas (pesimas, de hecho) no tener un peso. Ahorita sé que sentiria nostalgia de mi departamento, que extrañaría poder gastar mil pesos al mes en libros y discos... Pero no me entraría esta terrible gana de no despertar que tengo en las mañanas, no importa qué tan temprano me duerma.
Mi anterior trabajo me deprimía porque no sentía que los temas que tratabamos fueran trascendentes, que lo que escribia realmente valiera la pena. Ahora estoy mas o menos igual, en un proceso que me encanta, pero trabajando para clientes que no importan en realidad. Nada importa, bendito nihilismo.
Ahora, lo que tengo que averiguar es si me pueden pedir varo por abandono de empleo; no sé para qué firmé el contrato... Si no lo hubiera firmado, al menos ahorita sabría que no venir de pronto la próxima semana equivaldría a "nada para nadie" y ya, tan felices... Ahora me preocupa que me chantajeen por devolverme mi vida.