martes, agosto 23, 2005

Cuenta cero

¿Qué harías si te quedaran 24 horas de vida? Benditas preguntas para iniciar la polémica en una conversación.

Si me quedaran 24 horas de vida, vendría a trabajar igual, y trataría de dejar mis pendientes lo más adelantados que se pueda. Después, vería una buena película en mi casa, sin importar a qué hora termine. Me despertaría a las 6.30 de la mañana para llegar a un desayuno a las 8 con unos clientes.

Pasaría toda la mañana en el desayuno, exponiéndoles los resultados de mis felices investigaciones. Llegaría a la oficina demasiado tarde como para salir a comer con mi mejor amigo, así que ambos terminaríamos pidiendo cuernitos del café más cercano.

A las 4 de la tarde, apretaría el paso para terminar la entrega del día siguiente a tiempo. A las 5.30, cuarto para las 6, renunciaría a mi trabajo. Entonces, mi jefa me asesinaría; ocultarían el cadáver en el hueco del jardín que está justo atrás de la oficina. Después de eso, no se volvería a hablar de mí jamás, como si nunca hubiera existido.

Dejaría en herencia mis MP3 y un diccionario de japonés a la niña del blog misterioso, mis libros y archivos a Chokos, mi experiencia a Fer. La libreta de tripas la dejaría a la niña duende, para que cuando regrese de Colombia la lea y se la entregue al destinatario, que no comprenderá nada de lo que lea. A Sirena le dejaría mi risa, la última carcajada de la cumbancha (renuncié y me mataron, querida; hubiese inventado algo más creativo). A mi amigo, mi alma como fantasma chocarrero para que lo fastidie 24/7, como cuando trabajábamos juntos.

Estoy en cuenta cero, entonces. No quiero morir, pero si me matan, éste será mi testamento firmado en japonés.

Fu, KoN, Ki, RiTsU, SeI. (temer, ahora, espíritu, levantarse, sabio)