Ama de casa?

Definitivamente tengo mis días. Cuando estoy estresada, pienso que me gustaría sacarme el chip de "wonder woman" y reprogramarme como amita de casa.
¿Me puedo imaginar? Que mi máxima preocupación fuese saber si mi marido me pinta el cuerno (actualmente no tengo esa angustia, puedo estar segura de que sí, jaja) y decidir qué voy a hacer mañana de comer. Que el único presupuesto que tuviese que cuadrar fuera el de la quincena, para hacer rendir el sueldo de mi maridín infiel, con el que me hago de la vista gorda para que me mantenga sin trabajar.
No lo sé... Se me puede antojar justo hoy, que en una hora se me desmadró un proyecto; en semanas como ésta, en que mi exjefa enloquece y me persigue como espíritu chocarrero hasta acá en la lejanía...
Finalmente se me ha de pasar. El lunes regresaré, "reloaded" y lista para enfrentarme a lo que venga. Hoy... hoy necesito una chela. Voy por ella.

Involuciones y revoluciones.

Pasa que pasa a veces. Después de estar inserta en un ritmo de locos, conforme se va acercando el tiempo de irme, el momento de salir corriendo de aquí para probar otras cosas, me voy relajando. Me encuentro perdiendo el tiempo como en los primeros días: me acerco a la oficina de los demás a platicar, le pregunto a la gente qué necesita, hago bromas caóticas, leo cosas que en realidad no sirven de nada en internet.
Empecé en este sitio como correctora. Al día siguiente fui ascendida a copy creativo, y en una semana ya era redactora de revista. A los tres meses me encontré haciendo análisis esotérico, con 15 cuentas entre una y otra cosa. Hace casi seis meses que soy la moderadora de cajón.
Poco a poco, conforme me voy, dejo ir cosas. Dejé ir copy. Dejé ir la revista. Dejé ir el análisis. Ahora que me estoy marchando, de pronto tengo tiempo de nuevo para ayudarle al editor a leer colaboraciones para la revista; reviso que las cosas de los demás estén bien escritas; tengo entre manos una creación de nombres para cerrar un proyecto.
Nada evoluciona: es un sistema entrópico en donde todo lo que entra se traga. La ley es involucionar.
Como los resortes: regresar al centro para estallar con más fuerza.