miércoles, diciembre 28, 2005

Miércoles, 4 pm.

Morir de aburrimiento y cruda en la oficina no es la onda. ¿A quién se le ocurre hacer fiestas el martes por la noche? Sólo a Sirena Sulamita, que nos abrió las puertas de su casa con la mayor alegría y felicidad, sin contar sabrosas botanitas y alcohol en cantidades poco menos que industriales.

Agh. Días laborables. La gran ventaja de que el jefe no se encuentre en la oficina, de no tener ningún maldito pendiente (por fin, ayer fue la última entrega del año... justo, tratándose de un 27 de diciembre). El puro gusto de ver cuánto mezcal con Clight me cabe en las venas. Saber a leguas que no importa si no llego a dormir a mi casa, porque mi cama no armará un drama si no me ve llegar, y estoy en territorio amigo.

Antes siquiera de empezar la fiesta, me siento en el comedor, pero la silla me traiciona: ¡paf! mi excelsa humanidad visitó el piso (sin pasar por México, como en el Turista). Las muñecas, ese maldito punto débil, tienen la intención de hacerme la noche pesada; bastará con el alcohol para hacerla de anestésico.

Perdí la cuenta después del sexto vaso de mezclight de sandía. Después lo siguieron el de tamarindo (delicioso) y el de fresa (la especialidad de la casa). Al mismo tiempo, el programa de variedades formado por dos amigos de la anfitriona (relatando sus historias y balconeando las ajenas, claro) hizo las delicias de la concurrencia. Intento hablar de música con un amigo que trabaja para la OSN, me platica que en el programa del próximo año está contemplada Dame Kiri Te Kanawa y que tal vez no haya presupuesto, ¿oíste a Vorovstovsky? Claro, increíble. Nos distraemos tres segundos. Se va (¿sabrá que me gusta?). Sigo bebiendo y riendo.

A las 3 de la mañana todo daba vueltas. No me puedo ir... Ese sillón es mío, nadie lo toque. Sirena Sulamita amablemente me consiguió un edredón y se retiró a sus aposentos.

A las 6 de la mañana, mi "astral" literalmente aterriza sobre mí: tengo calor, me duelen los hombros (no puede ser, esto sí sería la cruda que vino del infierno, hasta el cuerpo me duele...), recuerdo la caída previa a la fiesta y no levantar rápido la cabeza (eso produce las punzadas horribles de la cruda, al menos eso sospecho), y me tranquilizo. Los dos vasos de agua antes de dormir funcionan, vaya que sí... No creo poder decir lo mismo de mi hombro derecho. Shit. Y en la feliz borrachera olvidé que mi coche no circula hoy. Merde. Abandonado en casa de Sirena hasta las 10 pm de hoy.

Desperté en realidad a la hora que debería de haber entrado a trabajar. Hago como que limpio un poco. Cuando Sirena y su marido despiertan, salimos a desayunar al mercado más cercano algo proteinico, picante y grasoso (quesadillas y sopes, con jugo de mandarina). Regresamos, y mientras mi anfitriona recupera el glamour, su galán y yo vemos reencuentros fallidos de bandas viejas por la tele. Al final, me pongo una blusa de Sirena y me dan un aventón hasta la oficina (ventajas de trabajar cerca de la casa del susodicho galán, caray).

Y nada que hacer en la oficina. Tomar mucha agua, al fin que la cruda no fue tan megatónica como podría suponer la ingesta de anoche. Dejar que el tiempo pasé, tardar una hora en escribir un post. Intentar una fallida llamada telefónica (creo en las señales. Si no conecta, señal de que no debía conectar y punto). Decidir que a las 5.20 será la hora perfecta de salida, para ir a "cazar vacas".

Me largo. Posiblemente este es el último post del año... que bueno. No hay mejor idea que hablar de excesos y festejos y crudas de oficina para cerrar bien el 2005, y esperar que el 2006 traiga muchos más...

lunes, diciembre 19, 2005

Diciembre empresarial.

Ya pagaron la quincena. ¡Uf! Como Hacienda anda detrás de mis huesos, el aguinaldo pagará mis adeudos con el socio mayoritario de mis quincenas (es lo que pasa cuando te cambias de trabajo cerca de fin de año... pierdes el bonito bono con el que te azuzaban y ganas unos centavos solamente) y los adeudos con la recién adquirida tarjeta de crédito... esos no los pagaré todavía. Ahorraré para empezar el año con deudas.

Este título me recordó las famosas "conferencias empresariales" que publicitan los teleevangelistas de la madrugada. En fin. Se queda así porque es de lo que quiero hablar, del diciembre de empresa.

Hace un año trabajaba para la dictadura totalitaria perfecta. Palo y pan, pan y palo. En diciembre, por ejemplo, nos ensartaban una cantidad de trabajo infame durante los primeros 15 días. El 20 nos daban una buena lana de "bono navideño". Nosotros entregábamos el 21, había fiesta el 22 y a partir del 23 nos recetábamos dos semanas de vacaciones. Una semana después de regresar (habiéndote gastado todo el bono) ya odiabas de nuevo el trabajo.

Ahora: no hay grandes bonos. No hay dos semanas de vacaciones (aunque ciertamente tampoco habrá nada que hacer en la oficina). No hay una jefa que, enloquecida, me grite de inepta y arpía terrorista para arriba y al día siguiente me diga que ella me entiende porque somos iguales (la comprendo, ella es una arpía terrorista). No hay clientes en la semana del 26 al 30. Mi jefe no vendrá (pidió sus vacaciones). La secretaria que comprende cómo funciona esta burocracia no vendrá (también pidió sus vacaciones). Las 3 y medio líderes de proyecto (yo soy la medio líder) no tenemos vacaciones. Vendremos. ¿Vendremos?

Tendría que estar preparando una presentación de resultados para mañana, sobre una investigación confusa que arroja resultados encontrados. En lugar de eso, sigo festejando mi cumpleaños y un pequeño gran triunfo (soy el alumno que supera al maestro, creo... y eso hay que festejarlo) y bloggeando como si no hubiera un mañana (pero el mañana oficialmente no existe).

Hablando de no haber mañanas: mañana (demain matin). Siempre me pareció inútil la prospectiva y ahora amenazan con hacerme usarla. Guac. ¿Especialista en tendencias? Leeré las cartas del tarot de Marsella: son mucho más precisas para tomar decisiones empresariales que los consumidores.

Otra buena noticia: Salomé, de Richard Strauss. No sólo la tengo en audio, sino que la he adquirido en DVD. Puedo verla una y otra vez. La mujer que insiste: "I was chaste, and thou didst fill my veins with fire... Ah! ah! wherefore didst thou not look at me? If thou hadst looked at me thou hadst loved me. Well I know that thou wouldst have loved me, and the mystery of Love is greater than the mystery of Death." (cántese en alemán, con música intensa, postwagneriana...)

Así, nada importa.

miércoles, diciembre 07, 2005

Me ocurrrieron los siguientes hechos, que debo relatar aquí para que sean incomprendidos adecuadamente:

  1. Envío de Bitter a Monterrey por paquetería express. Plan de posterior envío, el miércoles, a Aguascalientes, para regresar el sábado a tierras chilangas.
  2. Bitter, en Monterrey, se entera de que el clima acaba de dejar su habitual calidez para transformarse en invierno norteño (si no lo conocen, agarren el día más frío del dF, multiplíquenlo por 2, sáquenle la raíz cuadrada, inviértanlo en CETES a 25 años... o nada más imagínense lo que es tener la cara tan fría que no te has dado cuenta de que la tienes fría porque no la sientes). Y ella sólo tiene ropa de otoño chilango en la maleta.
  3. Bitter, muerta de frío en Mty, se entera de que su viaje a Aguascalientes se acaba de mover una semana. Eso implica que la próxima semana dormirá menos que menos... Y que pasará su aniversario de natalicio en provincia, trabajando. Y que eso pone en riesgo la oportunidad de fuga que buscaba (una reunión salvadora con amigos). Al menos podrá ver a sus amigos y familia en esta semana, piensa.
  4. Bitter, muerta de frío y frustrada en Mty, recibe una llamada culpígena de parte de la hermana de su madre recién operada. Le reprocha que no haya llamado por teléfono y le advierte que debe hacerse tiempo para eso. Bitter quiere azotar el teléfono, pero es su celular y después tendría que comprar otro.
  5. Bitter, muerta de frío, frustrada y emputada en Mty, ve como su proyecto se desmorona rápidamente entre sus dedos. Ahora, en lugar de regresar al deFectuoso el miércoles a mediodía, se tendrá que quedar hasta el sábado en la mañana. Eso suma 2 semanas lejos de casa, que se suman a la semana anterior.
  6. Más allá de los límites posibles, Bitter se ve obligada a comprar ropa para el frío, pagar la cuenta del hotel mediante voucher abierto con la tarjeta de crédito y saber que probablemente no se lo reembolsen. Además, descubre que la laptop que trae cargando no se puede conectar a internet si no es mediante línea telefónica, lo que cuesta un dineral, por supuesto. Y cuando pide cierto material que dejó en el Def para ser trabajado en paralelo, le dicen que todavía no está porque el cliente lo tiene retenido. Tres días a la basura.
Podría seguir, pero es fastidioso. En resumen, me uno al espíritu general de ciertos comentarios: pinche Diciembre.

Quisiera traer un disco de Radiohead. O de Pink Floyd. O ya de perdida a un falso Robert Plant de plástico.
This is the December you'll live at hell.

(retomado, con ciertos ajustes, de la zona de comentarios de antrobiotics. Allá, tenía poco sentido. Aquí es extrañamente adecuado)