jueves, marzo 30, 2006

Tripodología felina.

Ya lo dije: recién leí El péndulo de Foucault y se me han quedado pegadas algunas cosas (como el apodo de Casaubon, que comparto con mi amigo Diotallevi, el judío especializado en teorías de la conspiración que me recomendó el libro). En algún momento hablan de disciplinas del absurdo, como la que da título al post de hoy... y que consiste simplemente en el arte de buscarle tres pies al gato. Justo como mi comprobación de viáticos de hoy.

Viajar tres semanas es divertido, conocer 5 ciudades es cansado pero fantástico. Lo horrible, como ya dije, viene regresando a México: acostumbrarme de nuevo a la oficina, el horario corrido, mi estómago que se dedica a pedir de comer porque me cambio la rutina alimenticia por completo (de un desayuno fuerte a mediodía y una cena temprano y abundante, de pronto regreso a mi habitual barrita de granola con un minibrick de algo, comida en el Flora y cena a veces), el aburrimiento, ver a mi jefe y la cara con la que me ve (asombro parcial, algo de desconfianza, diversión)... y las repuñeteras comprobaciones de viáticos.

Había desarrollado una técnica infalible: llegar con La Gallina 30 minutos antes de la hora de salida, para que en vez de que me tuviera hora y media revisando puntos y comas, decimales y divisiones, nomás viera como que todo cuadraba y me dejara largar... Maldito cambio corporativo. Ahora resulta que las comprobaciones ya no las presentamos con La Gallina, sino con su asistente El Gnomo de los números. Llegué a las 5.30 de la tarde... y salí a las 7.30 de la noche.

Es inconcebible tanta burocracia y tanto amor al requisito: "Si te hicimos tres depósitos, ¿por qué depositaste todas tus devoluciones en uno solo?" Respuesta racional: es más fácil. Pero podía ver los ojitos del Gnomo, pensando en la solución lógica para un contador: No, mira. Esta ficha de depósito la aplicamos a la primera solicitud, así luego tú tramitas un reembolso para que te demos lo que sobra. Mientras, vuelves a ir al banco, te vuelves a formar y depositas lo de la segunda solicitud (que entonces ya estaría pagado dos veces, así nos jineteamos tu dinero una semana), y luego le pides a la cajera que te haga otro depósito, a la misma cuenta, por la diferencia de la tercera solicitud (que ya esta a medio pagar también); entonces nosotros te reembolsamos el dinero que tú ya depositaste y todo queda en orden.

En cuanto puso esa cara, me puse loca frenética y le dije que ni creyera que iba yo a hacer la danza de pagarles dos veces. El pobre se me quedó viendo con cara de "Ay no, otra vieja loca" y fue a hablar con La Gallina. 20 minutos después decidieron que sí era posible acreditar que había hecho el depósito... Pero eso era sólo el inicio del martirio.

La siguiente pregunta idiota: "¿Por qué no pusiste los recorridos de los taxis?" Detras de cada vale azul (conocidos como "comprobante de gastos" en el idioma contador) se anota claramente: "taxi hotel-cámaras" "¿Qué son las cámaras?" Ah, pues son los lugares en donde se hacen las entrevistas. Así igualito como las que tenemos acá, pero en provincia. El Gnomo se me quedó viendo con la mirada perdida (Mtamadre, no conoce las oficinas en las que trabajo) y ya no dijo nada. Diez minutos después: "Oye, pero ¿por qué no le anotaste al menos las colonias a las que fuiste? ¿se las podrás poner?" (¡Me rechinga la llevada!) No sé cómo se llaman las colonias. Bueno, las de Monterrey sí, pero las de las demás ciudades no. "Deberías de aprendértelas... por ubicación" Es la primera vez que voy a muchos de esos lugares, ni modo que me sepa todas las colonias. A ver: fui a la casa de la tía Panchita, una sola vez. "Pero debes saber por dónde, más o menos" Ok, la tía Panchita vive por el palacio de los deportes. La referencia nos sirve porque los dos somos chilangos. ¿Te sirve si te anoto que los taxis de Guadalajara fueron del Centro a la Minerva? En Monterrey iba del Centro a Plaza La Salle Sur... "No... entonces déjalo así"

Se nota a leguas que el Gnomo nunca ha salido de la ciudad. Es más, dudo que alguna vez haya puesto el pie fuera de su cubículo.

Ya para terminar, se le ocurrió que a los vales les faltaba la fecha exacta en la que hice todas las cosas. ¿Cómo diablos espera que me acuerde después de tres semanas? Y la última: "Oye, ¿tendrás la ficha Amigo que compraste con esta factura?" (Las 2 últimas veces que traje cargando las %/$%&$# fichas, me dijeron que no eran necesarias y las tiraron a la basura en mi nariz) No, no la tengo. Compré otra en Tuxtla, y esa sí está en mi escritorio, en la oficina, porque las últimas dos veces que sí las traje me dijeron que no eran necesarias. Pero la de Guadalajara (la primera ciudad que visité, hace 20 días) no creo que exista ya. "Bueno, para la próxima recuerda traerla"

¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaagh! Juro que me quería subir a la pared...

El colmo: ya que estoy ahí me llaman de RH, para que firme mi contrato. Otra vez por tres meses... el anterior se venció el 31 de diciembre... lo cual significa que mi contrato nuevo vence mañana. De hecho, como es costumbre en muchas empresas, firmé mi renuncia a la fecha final de mi contrato temporal de tres meses. Guac. Dicen que mi jefe no ha establecido en qué condiciones estoy o si por fin me darán uno por tiempo indefinido en cuanto éste se venza (en el transcurso del próximo mes, ojalá). Fue taaaaan estimulante...

Ah, y en alguna de las cláusulas del contrato dice que no debo de revelar los procedimientos de la empresa. O sea que si alguien alguna vez descubre cómo usar la computadora y da con este blog, ya me jodí: demanda segura, por andar revelando cómo funcionan sus procesos burocráticos, no se los vayan a piratear.

Las dos cerezas del pastel: decido regresarme a pie, con la gustada consigna "ya no creo que llueva". Por supuesto que a medio camino me pescó el chubasco, que en cuanto llegué a la oficina se quitó. Y la otra es que mi jefe me acaba de decir que a lo mejor me voy a hacer otro viajecito... a tres ciudades del sureste... en pleno calor primaveral. ¡Qué gusto! Bitter derretida y con viáticos incomprobables. Mtamadre...

Tenía que presumirles...

...este glosario.

martes, marzo 28, 2006

Turn around and keep your hands where I can see them!

Bueh. Sobreviví al día de ayer, que ya es mucho decir: juro que la cruda laboral me produjo hasta síntomas físicos, me sentía enferma, pesada, con dolor en las articulaciones y mareos. En algún momento sospeché que algún cuate me había contagiado el virus del dengue, o que mi hermano me había pegado su extraña enfermedad mortal del domingo (que más bien fue motivada por andar mezclando Red Bull con quién sabe qué madres); el asunto fue que cuando salí a comer con el ilustrísimo otro aL noté que mi cabeza había dejado de doler, que me sentía más ligera y hasta con ganas de hablar. En suma, noté que lo que me hacía sentir enferma era estar en la oficina. Sopa.

(acabo de notar que uso sopa como mala palabra, al más puro estilo mafaldesco. nota inútil...)

Aparte, justo acaban de cambiarme la computadora de escritorio. No me quejo, está nuevita y tiene un monitor grandote... El cerdo de peluche que trabaja conmigo (es en serio, se llama Chancho Tocino von Sauerkraut y ha pasado por los monitores de todas mis computadoras... excepto las laptop) tiene nueva casa y me ve desde arriba con un aire de superioridad que ni él se la cree. El único asunto es que, como estuve fuera tres semanas, decididamente el mejor día para hacer el cambio de computadora era, por supuesto... ¡ayer!, que yo ya necesitaba tenerla. Además, llegar de viaje y descubrir que tu lugar ya no tiene computadora es un poco dañino cuando eres tan paranoico como suele serlo esta amargada: "¡Mta! Si ya no hay computadora, al rato me piden la silla y que despeje el cubículo de todas mis mugres (que, como se puede ver en la fotografía, son bastantes)". Dicen que acá más bien te ahuyentan y dejan que tú solito decidas irte, pero quitarme la computadora me parecía un poco excesivo, jeje.

Para mayor diversión, el bittermóvil tuvo otro de sus ataques de vejez y trató de suicidarse. No lo consiguió, sólo se cortó un cable de las bujías con el ventilador, pero igual me hizo perder toda la tarde de ayer en el mecánico... cosa que decididamente le agradecí, considerando mi estado físico y anímico ayer. Ya más tarde y con más calmita regresé a la oficina, trabajé un poco y me retiré para llegar a mi vida cortazariana:

Depto tomado
Explicaría, pero estoy acostumbrada a que acá más bien ya han leído a Cortázar y me pirateé el concepto de su cuento, Casa tomada. El caso es que yo soy sub sub arrendataria del lugar en el que vivo, que en realidad es el departamento que mi tía a su vez renta de otro señor, y en donde ella tiene su despacho de contabilidad. Eso quiere decir que mientras yo trabajo, mi casa es una oficina, y que cuando salgo de trabajar tengo mi baño, mi cocina, el librero y una recámara enteros, para mí solita (sí, sarcasmo). Como para los que trabajan (o trabajábamos) en el medio editorial el cierre es la temporada de locura, igualito es para los contadores el cierre fiscal, sólo que es una vez al año y dura dos meses.

Traduciendo: hace mes y medio que mi casa está invadida inclusive los sábados por un contador cincuentón que ni es mi pariente, al que ya alucino y que para colmo fuma (y ni siquiera de la verde). Una cosa es que mis amigos fumen durante una fiesta en mi casa... y otra cosa es que un desconocido se chute una cajetilla en mi ausencia dentro de la sala (ese olor a cigarro encerrado, caraxo) diario. Para mayor gusto, trata el baño como baño de oficina, y si se ensucia ni me fijé y si se acabó el papel pues las servilletas son chidas. Con lo ideática que soy, se imaginarán que soy rete feliz... El colmo fue el sábado, que me paré tarde, me quise meter a bañar y ¡sorpresa!, el don me rebotó la puerta diciendo "¡Perdón!" (traducción: se metió al baño sin poner el seguro. Gracias a dios el botó la puerta antes de que pudiese yo dañarme mentalmente ¡puaj!)

Cada vez que está el señor en cuestión puedo emprender una de las siguientes acciones: instalarme en el comedor, quitadísima de la pena, poner música y platicar a gritos (si estoy acompañada) o encerrarme en mi recámara y no salir hasta que se desaparezca (si estoy sola). Ya se ha tirado la puntada de querer platicar con mis amigos de música clásica, también; o de contestar el teléfono un sábado en la tarde (número equivocado, yo no le he dado el número a nadie precisamente porque es el de trabajo de mi tía) y decir que la señorita estaba "durmiendo". Ah, que la ...

Ayer llegué a las 9.30 pm, y el contador seguía ahí. Y yo que no tenía ganas más que de ponerme la pijama... Mta. Me encerré, me quité el disfraz de humano y me puse a leer. Dieron las 11 de la noche y no se iba. Me dio hambre. Estuve a punto de salir en pijama hacia la cocina (¡me caga que me vean en pijama! Más me caga si son desconocidos, of course; ni siquiera tiro la basura en pijama, por amor del cielo... lo dicho, soy ultra ideática) cuando me encontré con mi bolsa jumbo de cacahuates japoneses con limón (vicio adquirido cortesía de mis viajes en avión). ¿Adivinan que cené?

Lo bueno es que estoy leyendo El péndulo de Foucault, que me tiene suficientemente entretenida como para ignorar al bicho. Y yo soy más necia que los protagonistas de Cortázar... ¡No me voy a salir! (¿dónde voy a pagar menos de renta por un lugar tan céntrico? Jaja) Espero, por el amor del cielo, que abril se pase rápido. En mayo ya no tiene pretexto para aparecerse lo sábados, ni para quedarse después de las 8 de la noche, "lo sentimos, pero esta oficina tiene estrictos horarios de oficina".

So is my life. Como bien decía el que no debe ser nombrado: "¿No me digas? ¡Qué interesaaante!" (léase con el adecuado dejo de sarcasmo)

sábado, marzo 25, 2006

Badcome back!!

Me caga regresar a la ciudad. No por la ciudad en sí, sino porque simboliza el regreso a la rutina, la oficina y mis habituales y odiadas incapacidades para la vida diaria.

Abrí el correo electrónico de la empresa justo antes de salir de Tuxtla, y por supuesto que había mil pendientes esperándome, a los que no pude responder porque la conexión a internet del hotel se cayó (de por sí cara y luego mala, chingá). Total, todo un "sutil" recordatorio de que mi extraño y poco planeado puesto me exige todavía chiflar y comer pinole. Eso me pasa por no saber decir que no...

Es viernes por la noche y ya puedo verme languidecer de aburrimiento durante al menos 8 horas el lunes. ODIO estar en la oficina, lo peor es que sólo lo recuerdo cuando estoy de viaje. Estos periodos de readaptación son durísimos porque me hacen renunciar de golpe a mi anhelada y entrecomillada independencia. Ni modo, chiquita, querías un sueldo fijo, ahora te chingas. La vida sería más feliz si no tuviera sobre de mí el estrés de comprobar viáticos (ya no sé qué varo es mío, cuál es de la empresa y si todavía queda algo de mis quincenas o ya se acabó todo y me acabo de chingar 1000 varitos de mis empleadores en Gandhi) y la sensación de que la espada de Damocles cuelga sobre mi cabecita (si soy cada vez menos útil para menos y menos cosas ¿cuánto tiempo de vida empresarial me doy?).

Aparte, superar una semiruptura muy pendeja (ando demasiado tiempo fuera, supongo... eso y me junto con gente incomprensible) que gracias a la distancia y a Italo Calvino se hizo pequeñita (soy Bradamante, soy Pamela buscando a Medardo "¿siempre tengo que toparme con tipos así?")

Hablando de juntarme con gente incomprensible, mis dos noticias ininteligibles de la semana: uno de mis amigos, hombre y ferviente admirador del sexo masculino (tiene mejor gusto para los hombres que yo, jaja) me confiesa su súbito enamoramiento por una fémina. El otro, hasta la fecha nerd y buga, está conociendo su faceta de gigoló gay. El mundo definitivamente se va a acabar; sólo falta que yo haga votos de pobreza, humildad, castidad, obediencia, sumisión y felicidad imperturbable, y que me vuelva priísta para que ahora sí me convenza de que no hay nada sagrado.


click!
Aerolíneas baratas... Ésta al menos tiene una identidad corporativa chistosa y llena de onomatopeyas, además de asientos de piel, pero el avión también cruje en el despegue y los pilotos aterrizan en seco y de nariz (me pasó en los tres aterrizajes, contando la escala en Oaxaca). No me da miedo volar, pero con aviacsa y click gustosa haré una excepción (y me han advertido que aerocalifornia es peor...)

En el despegue de Tuxtla para acá, al gringo güerito y mono que se sentó a mi lado le cayó quien sabe qué cosa desde el aire acondicionado del avión... al darnos cuenta nos volteamos a ver con cara de ¡Ups! y nos reímos de nervios. La política fue DORMIR durante todo el vuelo... si algo ha de pasar, que nos agarre dormidos. Mta. Ahora que lo pienso, dormí junto con un rubio lindo y ni siquiera sé su nombre. Fuck!

PD: Pinche café de Vip's. Con el cansancio que traía... ahora resulta que tengo los ojos pelones a esta hora (4.38 am). FUCK doble!

jueves, marzo 23, 2006

Mediodia en Tuxtla.

Basta un mediodía en Tuxtla para comprender por que parece que todo en el sur se mueve más despacio. Con el sol encima, llega el feliz punto en el que las piernas se vuelven costales de arena, el aire se pone denso y parece que está uno caminando contra corriente en un río que llega hasta el cuello.

La verdad es que ahora sí no he tenido tiempo de conocer nada. Terminé tan cansada ayer que hoy me paré a las 10.30 am, con la feliz coincidencia adicional de perderme el desayuno gratuito del hotel (me acuerdo que en León me los comía... el inventor de esos “brunches” le tenía mala voluntad a la “clase ejecutiva”).

No hubo mayor complicación que conseguir un taxi (ay wey, si en Mty les dicen choconautas, espérense nomás a quedar a merced de un piloto de carreras de Tuxtla) y pedirle que fuera hacia el único sitio de cuya existencia sé: el Parque de las Marimbas (sí, las dos con mayúscula).

Justo enfrente, una cafetería (del Parque, obvio; alrededor de ese parque lo que no se llama la Marimba se llama el Parque) que por míseros 66 pesitos me dio de desayunar unos huevitos tuxtlecos (tortilla de huevo bañada en salsa de jitomate sin picante, acompañada por frijoles negros refritos y dos plátanos fritos), 4 tazas de café, jugo de naranja y un pastel “de la abuela”, que no tenía ni complicaciones ni pretensiones pero estaba extraordinariamente fresco y por lo mismo más que delicioso (imagínense pastel de vainilla, relleno de mermelada de fresa y cubierto con merengue... ahora imaginen que en vez de haber estado dos o tres días en el refri, se lo comen con el merengue recién hecho, y que el merengue no sabe a pintura vegetal ni a manteca, sino a merengue del de adeveras, y que el pan es como el de un tres leches pero sin estar empalagoso... ahora acompáñenlo con excelente café chiapaneco. ¡Fts!)

Después de eso, a caminar. No mucho, en realidad, nomás porque a 5 cuadras a la redonda no alcanzaba yo a ver todavía nada interesante. Los tranvías turísticos también estaban ahí, pero por lo visto el movimiento acá empieza hasta después de las 3 de la tarde... cuando pasa el calor. Lo más que hice fue comprarme un traje de baño de urgencia (por 98 pesos en una Bodega Aurrerá... imaginen eso también) porque no traje el mío creyendo que el hotel no tendría alberca (estoy en un cityexpress, ya les contaré un poco más adelante) y resultó que sí... y no nadar con este clima es un pecado mortal.

Hablando de pecados, estaba yo muy quitada de la pena, en el parque de las marimbas, comiéndome una nieve y tratando de empezar este post en papel, cuando llegó un cuatito a regalarme la salvación divina. Mta... no, gracias, hoy no, a lo mejor mañana. Eso me saco por ser amistosa y no comportarme como la chilanga que soy. Empezó a hacer la plática tranquilo, y de repente ¡sobres! dale a hablar de Dios y de Jesús. Supe que estaba en pedos severos cuando uso el verbo “perseverar” (¡madres, este es de los teleevangelistas del 4! ¡idiolecto a la vista!). Hasta me invitó a comer o a tomar un café, y ni siquiera con intención de ligue (literalmente, Dios me libre) sino de mostrarme el camino hacia la luz... ¡¡Aaaaaagh!! Ni modo. Hubo que pararse de la banca a la escasa media hora de haberme aposentado en ella, y salir corriendo del parque antes de que me convirtieran al brasilerismo.

El hotel

Les contaba que estoy en un cityexpress. Eso no es bueno ni malo, sólo es triste. Imagínense que las entrevistas las estoy haciendo en un salón del Camino Real, que está a 100 metros de aquí... y yo metida en el cityestress...

¿Qué tengo contra el cityexpress? No mucho. En realidad es la reinterpretación del hotel de “pasada” (que no de paso) pensado para viajeros de negocios (ahora apodados “clase ejecutiva”, nomás que no como la de los aviones, que es la chida, sino como en “tú sólo vienes de entrada por salida y no tienes varo”). Cómodo, sin lujos, tristón, diseñado como para que te sientas en un hotel (no como en casa). Las paredes pelonas te restriegan que están haciendo todo lo posible por que la estancia te salga más barata, y en vez de escatimar en limpieza o en el colchón mejor se ahorran cualquier cosa que no sea funcional, por ejemplo, en el baño te ponen un solo jabón (si no traes el tuyo, te bañas y te lavas la cara con el mismo) y una botellita de champú, y con el pretexto de que “hay que cuidar la ecología” te invitan a pedir que no cambien tus sábanas y tus toallas diario (más bien lo hacen por ahorrarse también ese costo... a mí me da igual, ni que yo cambiara las sábanas diario en mi casa).

Bueh, todo eso lo sabía desde antes de venir; por eso dejé mi traje de baño en la casa, porque podía haber jurado que la alberca era considerada un gasto inútil también; pero ¡no! ahí estaba, azul y vacía (como todo en el hotel, lo que no es azul es beige... la alfombra es gris mugre pero eso también es estratégico, se ve menos sucia). En cuanto abandoné corriendo el parque de las marimbas agarré el taxi y me vine a jugar al pececito y después a hacerla de lagartija (con toda mi rellena y rubensiana humanidad tomando el sol... soy el perfecto ejemplo de lo que deberían de prohibir a la orilla de las albercas, lo sé, pero me vale ;) ) Acabo de percatarme de que hace al menos 3 años que no me tiraba a tomar el sol al lado de una alberca... en todas mis incursiones vacacionales o no había alberca o no había sol o ninguna de las dos; ¡fantástico! ahora resulta que me asoleo más cuando trabajo que cuando vacaciono (como si necesitara una prueba más del patetismo de mi vida, jaja)

Total, que el cityexpress es triste... pero sigo prefiriéndolo al hotel en el que me hospedo en Tijuas (el Real del Río). Éste es descaradamente austero y baratón; el de Tijuana es como un hotel caro venido a menos, pretenciosote pero con habitaciones que huelen a pis de niño rancia, y para colmo sin internet (bueno, si tienes inalámbrico puedes ir al lobby y sentarte ahí a que todo mundo te vea usar la compu). Acá, en cambió, hay internet... pero cuesta 30 pesos la hora, y cuando activas la clave prepagada se abre una deprimente pantallita que cuenta el tiempo que te queda en reversa (puedes ver cómo se te agotan los minutos, no apto para ansiosos y/o deprimidos).

Conclusión: me voy a llevar la laptop al Camino Real, que es hotspot (uy sí), y desde allá subo esto mientras como en su restaurante (ojalá me dé tiempo).

Si nos da tiempo, también, trataremos de ir al Cañón del Sumidero mañana (suena a muchos, pero es que la reclutadora y su marido están con el plan y ya me les pegué); el único pequeño problema es que el avión sale a las 13.35 y no sabemos si nos da tiempo de ir, hacer el recorrido en lancha por el río Grijalva y regresar. Si voy, les cuento; si no... pues no. Igual que siempre.

lunes, marzo 20, 2006

Metrorrey, NL. (diferido)

No fue por falta de cosas para platicar, sino por exceso de cansancio que ya no hablé más sobre Monterrey.

¿Qué hubo de extraordinario? Veamos... ya aprendí a usar el metrorrey, que tiene 2 líneas: la 1 (elevada) y la 2 (subterránea). Me topé con que a media cuadra del hotel quedaba la estación Fundadores (línea 2) y decidí aventurarme. Excelente idea; es más caro y más chiquito que el metro chilango pero mucho más barato que los taxis; además siempre he sido muy fan de la idea de meterme en un vagón con mucha gente para ir de un lado al otro... ¡aunque todavía no está tan lleno!

Así anduve, de la Macroplaza al parque Fundidora, del Marco al hotel y totalmente fascinada por la idea. En vez de boletitos de cartulina con banda magnética son tarjetas flexibles con un número definido de viajes (algo así como el legendario y antediluviano abono azulito) que cuando terminas se traga definitivamente el torniquete (deberían de ser recargables, como las del metrobús... uno se encariña con su tarjetita). Como no vendían tarjetas para 3 viajes, acabé trayéndome la mía de recuerdo con un viaje por hacer.

Creo que mi visita favorita siempre será el Marco. Ese museo de arte contemporáneo es la viva imagen de los museos que me gusta visitar: espacios amplios, muestras retadoras, suficiente área para exposiciones grandes... en cierta forma me recuerda al difunto Centro Cultural Arte Contemporáneo (en Campos Elíseos y Jorge Eliot, decía siempre la voz en los anuncios de tv) que fue el primer museo del que me enamoré.

La primera vez que fui al Marco, la muestra era de Rodolfo Morales (en lo personal me gustó mucho, me pareció una extraña mezcla de Chagall con Tamayo); ahora me topé con una selección de arte contemporáneo de la India que de pronto me trajo recuerdos de hace un año y meses, cuando estaba muy involucrada con la investigación del entorno visual en Asia (no pregunten... mis trabajos siempre han sido raros) y especialmente el de la India. No me limité a lo visual, estuve de metiche con su gastronomía (que es una de las mejores aventuras culinarias que he emprendido... soy fan del Dawat en Polanco, y antifan del Himalaya en la Condesa) y en algún momento tuvimos pláticas con recién inmigrados acerca del estilo de vida allá. La india es una de esas culturas inimaginables, deliciosas, contradictorias... no existe una India, son varias capas y retazos unidos entre sí por sólo Brahma sabe qué artes. ¡Todo eso recordé en Monterrey!

La exposición fue fascinante. Había muchas instalaciones, videos, algo de pintura. Como siempre con el arte contemporáneo, cosas que me parecían geniales y otras que no pasaban de curiosidades (nunca he tenido buen gusto ni tino, así que no diré qué cosas eran cuáles, jaja); las dos cosas que más me hicieron reír fueron instalaciones: una dedicada a MTV India, que dentro de un puesto callejero tenía videos de identidad del canal (la tiendita era sorprendente, confíen en lo que les digo), y la otra una carreta llena de “inventos” con un aire bien lúdico: un disco hipnótico, unos anteojos para contar ovejas, un baño portátil (el clásico “baño de microbusero” con la mejora integrada de un embudo); cada invento tenía su propio folleto explicativo...

Nota inútil: estoy en el avión, por primera vez me harté de estar en el pasillo y pedí ventana. Ahora tengo ganas de ir al baño, y acaban de servir la comida y el café... ¿cuánto tiempo se tardarán las dos señoras de al lado en tomarse el suyo? ¡¡¡Agh!! Por cierto, película en el avión: “Los míos, los tuyos y los nuestros”, con Renée Russo y Dennis Quaid. Verlos de pareja es casi antirromántico, qué bueno que es una sosa comedia familiar, y mejor aún tener 1744 canciones en el iTunes. Circe es un iPod un poco estorboso pero el único que me permite escribir mientras escucho, ja. Ah, y que bueno viajar de nuevo en un avión de adeveras: en lugar de bollo de carne humana molida, conchitos y pasta frola de frutilla con membrillo hubo ensalada verde, un extraño cuernito que no era cuernito pero sabía como si lo fuera, pay de queso con fresa y cafecito. Además, salimos a tiempo y no habrá escala... No vuelvo a intentar con pseudoaerolíneas, jaja.

Regresando al tema Monterrey: recibí una recomendación para comer que no quise dejar pasar. Ahí me tienen, el miércoles en la tarde, preocupada por cómo dar con el Pangea. Como buena naca estandar, no estoy acostumbrada a moverme en las zonas bonitas (bueh, en la Condesa medio me mezclo pero es más por antigüedad que por caché; estudié a 2 cuadras; eso me da oportunidad para pensar en mi “vejez”, porque hace 10 años que entré a la universidad, ¡uf!). Para mi desgracia salí sibarita (o al menos eso dice mi santamadre.com) y me encanta comer cosas buenas... eso representa una contradicción tremenda, porque meterme a un restaurante elegante es una tortura pero al mismo tiempo un gusto. Por ejemplo, para festejar mi salida de la universidad, mi santopadre.net decidió llevar a la familia Berri a comer a un lugar elegante (a él sí le encantan las maravillas del bloff y la buena sociedad). Cuando llegamos los 4, a todas luces mi hermano y yo desentonábamos con todo, desde la decoración hasta el comportamiento; rara vez he comido tan bien y me he sentido tan incómoda al mismo tiempo.

Con esto en mente, imaginen a bitter en un restaurante divino a mitad de la zona cara de Mty (allá sí hay varo, diría el Zanate fashion), para más luces sola y con sus mejores garras de trabajo (pantalón caqui, blusa presentable y saco inarrugable, con zapatenis de urbanita). Como llegué temprano, tuve suerte y casi no había nadie, así que tuve más oportunidad para sentirme a mis anchas. El capitán de meseros fue todo amabilidad, el lugar bonito, minimalista pero con maderas, beige y luz tenue (benditas mañas para transformar poco en cálido). Sí, sí... pero lo mejor, como pueden imaginar, fue la comida.

Ah, bendito alón. Te consta que no pude dejar pasar mucho más el agradecimiento: una crema de queso en hogaza de pan que no tuvo madre, y un salmón extraordinario, acompañado de espinacas y su rollito primavera. Por supuesto, para cerrar, un pastel de chocolate que se deshacía (literalmente) al acercarle la cuchara. ¡Uf! Debí haber pedido vino, lo sé... pero no me atreví. Salí del restaurante justo a tiempo, cuando ya se había llenado de gente bien y yo me empezaba a sentir cada vez mas fuera de lugar; en la puerta me topé con una de esas inesperadas y siempre bienvenidas lluvias torrenciales regiomontanas. Vaya noche. Por supuesto que ni siquiera intenté facturarle todo a mi empresa (me hubieran rebotado la factura por gasto excesivo) pero ellos amablemente pagaron el salmón y una bebida; yo puse el resto.

Ya que al día siguiente haya estado empotrada en un “avión” de Aviacsa 6 horas es otra historia, que ya les conté. Pero ahora sí, descaradamente: Monterrey me ha abierto los brazos de par en par, y yo me he dejado dar la bienvenida. No es mi intención emigrar hacia allá, pero ya puedo afirmar que no me molestaría, con todo y sus cambios de clima entre infernales y peculiares, sus pilotos de carreras y sus repentinos embotellamientos. ¿Quién lo hubiera dicho?

C’est tout. El miércoles por la mañana vuelo a Tuxtla, y ya les tendré más noticias de este desastre involuntariamente voluntario en el que se ha transformado mi vida; después, el viernes de regreso y espero, algo de tiempo en la ciudad para visitar a los amigos y sus proyectos.

PD: La última de mis excompañeras que quedaba en el Small Brother donde trabajaba antes hizo su fiesta de despedida ayer (viernes)... Lo cual quiere decir que ya se terminó otra era (como la extinción de los dinosaurios, la caída del muro de Berlín, la última fuga masiva en diciembre del 2004, etcétera). El único que queda de la avanzada de hace 5 años es el director de diseño (y las dos mujeres que se fueron y luego regresaron por propia voluntad y por lo tanto no tienen derecho de quejarse, ja)... La revolución devora a sus hijos, decían; esa empresa también. Creo que sí, se acabó estar al pendiente de qué hacen y qué dejan de hacer (mientras ya no se metan conmigo). Lástima que me enteré por terceras personas y no por ella, con lo sentidita que he descubierto que soy, y peor que no estuve allá para ir a la despedida, que seguro estuvo fantástica (porque deben haber ido todos los anteriores expulsados, tooooodos cuates míos). En fin.

PD 2: Es cumpleaños de mi abuelo hoy (18 de marzo) y le compré una botella de vino californiano de regalo. Me la dieron en una bolsa de regalo que tuvo a bien desfondarse justo cuando empezó la fila para abordar el avión... hubieran visto a la siempre macha bitter con los “ojos Remi” viendo el tinto derramado sobre el piso... mis compañeros de fila insistieron en que reclamara en la tienda de vinos en que lo compré (adentro del aeropuerto) y, thanks God, me lo repusieron sin costo (la niña de la tienda le llamó al dueño, y en vez de decirle que estaba yo al borde de las lágrimas me hizo aparecer como una loca furiosa; la amé por ello). Después de semejantes espectáculos, me volví una especie de “celebridad”, al menos 5 personas me hicieron comentarios sobre el vino y le desearon feliz cumpleaños 81 al abuelo: ¡vaya accidente feliz! Ahora abrazaré la botella hasta entregarla en manos del festejado, jaja.

sábado, marzo 18, 2006

TJN, BC.

Todavía no me acabo de acostumbrar a Tijuana. Tal vez tenga que ver con que es una ciudad que no puedes conocer caminando; lo mismo me pasó, por ejemplo con Mexicali... es más: si metemos a Mexicali, a la zona de Naucalpan que está rumbo a la carretera de cuota a Toluca (sí, esa de cerros y acantilados llenos de casas grises) y unos drives californianos en una coctelera, probablemente tengamos un buen panorama de lo que conozco de Tijuas.

Según un culichi bigotón que me topé en el vuelo de venida para acá…

Pausa importante: por lo que más quieran, ¡no me vuelvan a subir a un “avión” de Aviacsa! Prometo comerme mis verduritas, juro que me porto bien, que me quito el acentito norteño indefinido del que empiezo a sentirme orgullosa y que he tardado dos semanas en ganar, que ya no me quejo de que el idiota de tesorería me deposite los viáticos tarde... ¡pero no me vuelvan a subir a esa cosa! Hubiera sido más cómodo y barato el viaje en camión (y el lonche hubiera sido muy parecido en aspecto, pero mejorcito... al menos no me hubieran dado un bollito relleno de carne humana picada, ni Conchitos Encanto (que sí tuvieron su encanto, jeje). Total, para las 6 horas que me chuté (en lugar de las 4 que deberían de haber sido, con todo y la escala en Culiacán), mejor me hubiera hecho 12 en camión de lujo, con 4 personas por fila en vez de 6 apretadísimas, y seguro que sin retrasos por fallas (1 hora en Culiacán, a sol y agua) o porque bajaron a un jugador de los Dorados en el aeropuerto de Mty por hacer un comentario que no le gustó a la sobrecargo (50 minutos, sin agua ni nada). Súmadle por favor las sobrecargos jetonas (incluida la gorda con el peinado de “Mi bella genio”), los golpes en el codo con el carrito de las bebidas en los dos trayectos (¿por qué chingados me dejaron en el pasillo, si yo iba a estar hasta la llegada final?) y una pinche chamaca que se dedicó a chillar TODO el trayecto de Culiacán a Tijuana (¡maaaMIII! ¡Quíiitamée el cinturóoon, mamiiíii! ¡MaaaMIII! ¡Teengocaloor, mamiiiíii! ¡MaaaaMIIII! ¡Teeengofríiiooo, maaamiiiíii! ¡PaaaaPIIII! ¡MimaaamiiimeeegritooóOO, paaaapi!!) y ya se imaginarán de qué humor llegué.

Regresando al tema: cortesía del culichi bigotón que traía de siamés en el vuelo de Culiacán a Ti-yei (así le dicen...) me enteré de que este proyecto me ha hecho visitar las 3 ciudades más inseguras del país: DF (ya sé que vivo ahí, pero últimamente sólo paso de visita), Tijuana y Culiacán. Mhmmm... en realidad de la única ciudad que me sorprendió fue de Culiacán; ya después entendí que más bien cada ciudad es insegura a su manera. En el DF todos sabemos que podemos ser asaltados en cualquier lugar y momento, además de temer que le caigamos gordos al ratero y terminemos heridos o muertos; o también sabes que te pueden secuestrar, pero creo que vivimos con eso. En Culiacán más bien son encajuelados que aparecen, ajustes de cuentas, robos de auto... Acá en Tijuas no estoy bien segura, pero todo mundo te advierte que no camines solo en la calle (¡no sé qué te pueden hacer! sólo sé que todo mundo me lo ha dicho). De hecho, por mi necedad de conocer caminando, me metieron un susto buenísimo... Nada serio, en realidad sólo un susto, literal.

Vagabundeaba por las cercanías del hotel (para los que conocen, el Real del Río. Para los que no conocen, en una zona mixta, dicen que como casi todo TJ, a dos o tres cuadras de una “colonia popular” y a dos cuadras de dos avenidas tipo California) cuando un tipo me chifló. Igual que si hubiera ocurrido en el df, no lo vi, no hice nada, nomás seguí caminando (vamos, ni lo insulté, ni “cabrón” le dije). Pues para mi pánico, el fulano empezó a seguirme, como a 10 pasos de distancia... Yo apreté el paso, pero cuando caminé enfrente de un restaurante con vidrios de espejo el imbécil seguía atrás. Acabé metida en un Calimax (supermercado de California, como el nombre parece indicar) nada más para tener más gente alrededor, jeje.
Si a eso le sumamos que me tomé dos tazas de café en el desayuno, y que con la última aproveché para pasarme las 2 cafiaspirinas para lo que queda del dolor de muelas (o sea, más cafeína) ya se imaginarán cómo acabé: taquicardia, acelere y nervios. Sospecho que eso es todo el dopaje que aguanto, FUCK!!

Finalmente regresé a la misma avenida de siempre, la que me lleva del hotel a la oficina local de mi empresa... con tal tino que acabé metiéndome en un centro comercial (doble FUCK). ¿No que no me iba a meter en centros comerciales? Bueno, lo siento. Pero descubrí el Dorian’s, que no es otra cosa que la tienda departamental de acá; para explicarlo mejor, es como si Palacio de Hierro se casara con Woolworth y tuvieran un hijo que se viera como mamá “Soy totalmente Palacio” pero hubiera sacado el carácter del papá (populachero, abierto, con aspecto provinciano tradicional pero “gente”, pues). Por 700 pesos me compré 3 trapos de buena calidad, cuando en su paralelo chilango-regio por 700 varitos ni el saludo de las pinches cajeras, vaya. La cadena alimenticia es Dorian’s–MAS (todavía sin paralelo chilango)–DAX; este último ya de plano es igualito al Woolworth chilango aunque todavía más lleno de productos importados. Lo de los precios supongo que es por la cercanía con la frontera; como con las caravanas de comerciantes en el Oriente, acá se rumora de los malls más allá de la frontera, donde todo cuesta pesos, centavos casi... le creí al rumor cuando, al salir del centro comercial, el taxista me dijo “Pero acá adentro todo está bien caro, ¿no?” Hubieran visto mi muy chilanga cara de asombro, jeje.

En fin. Esto lo postearé mañana antes de irme, pero después de desayunar. Mi vuelo sale a las 12 del día, y llego a México a las 5 de la tarde (pinches zonas horarias)... Me reporto con la familia Berri (el domingo es cumpleaños de mi madre, ingratos), holgazaneo un poco el lunes y el martes, y el miércoles ya estaré volando a Tuxtla. Ya me saboreo las recomendaciones (la de Mty fue buena; todavía les estoy debiendo el post, prometo solemnemente subirlo en mis días de “descanso” en la jiudá de la ejperanja) y la verdad es que sospecho que todo saldrá bien (espero, Alá me ayude).
4 down, 1 to go!!

PD: La idiota de mi exjefa acaba de despedir a mi mejor amigo, que fungía como editor (pese al crédito de asistente editorial) para dejarle su lugar a una pendeja que como editora debe ser muy buena policía... por lo que he visto: a. no sabe usar la computadora (necesitaba mecanógrafa) b. no sabe escribir (leí dos cosas, con eso me bastó) c. tiene una ortografía pésima (en una corrección a ojo de pájaro, errata tras errata, y eso que yo no era buena correctora). Por lo que a mí respecta, Algarabía is dead from now on.

martes, marzo 14, 2006

Dientes regios.

Es oficial: ya tengo dentista en Monterrey. Después de la aventura que supuso aguantar un dolor de muela crónico durante una semana, la desesperación le ganó al recelo y acabé echándome un volado: ir al dentista por primera vez en una ciudad que no es la mía (aunque a veces parece que ya, caray... Si me dejaran a vivir en este hotel seguro que me quedo en la ciudad)

Ayer, cuando según yo me encaminaba a comer, salí del hotel y a mano derecha me topé con un consultorio... creo que lo pensé como segundo y medio antes de entrar y pedir cita "a la brevedad". Tan a la brevedad fue que para las 4 de la tarde ya estaba fuera del consultorio, con la resina causante del problema rebajada (al parecer mi dentista defeña la había dejado demasiado alta) y cara de alivio. Prometí regresar mañana a las 9 am para que le hagan un chequeo a la muela sin costo adicional...

En el trabajo todo va saliendo bien, muy bien. Este proyecto me gusta, aunque cuando empecé con él ni siquiera consideraba eso... ahora le veo posibilidades increíbles al reporte final, sobre todo porque gracias al paseo y a los rangos de personas con los que estoy platicando tengo un panorama super amplio que analizar y eso siempre ayuda (siento que invento menos y trabajo mucho más en serio, aunque en realidad por poca que sea la gente que entrevisto siempre es un trabajo que me tomo muy en serio)

El único pequeño inconveniente, para variar, es el tipejo de tesorería. No me ha depositado los viáticos de la semana, lo cual supone un problema grave aunque todavía no una emergencia nacional. Si no me deposita mi quincena mañana, ¡entonces sí estoy en problemas! Lo único que tendría seguro serían los boletos de avión... pero igual y ni siquiera puedo tomar taxis para ir a los aeropuertos. Consideraré subirme al metro a cantar, aunque no sé si los regios se lo tomen con tanta calma como yo, jeje.

(actualización de último minuto: justo acaban de depositar los viáticos (1 pm del segundo día de viaje). Puedo respirar de nuevo...)

En fin. La muela va bien, la investigación va bien, ya tengo dinerito (créanme, respiré) y hoy por la noche termino de trabajar en Mty... Mañana, ¡¡día libre!! Todavía no sé que haré, pero casi seguro que voy al Parque Fundidora, quiero conocerlo desde hace 5 viajes... y luego al centro; si me depositan la quincena haré algunas compras (si no, pues no) y veré la nueva exposición de mi museo favorito en todo México: el Marco (sigo extrañando el Centro Cultural Arte Contemporáneo en el df y eso que ya tiene años que lo quitaron).

Dudo poderme reportar desde Tijuana: el hotel de allá no tiene internet ni por accidente, y desde que decidí que Prodigy Móvil es peor que no tener internet (se desconecta todo el tiempo... pide la contraseña cada 5 minutos... es leeeeeento), pues no tiene caso ir al Sanborn's... Mis aventuras hasta la próxima semana.

Gracias por los buenos deseos a las visitas ;). Si mañana en la noche tengo algo que contar, por aquí los veo...

lunes, marzo 13, 2006

Pinchi bitter culichi!!

Jaja. Pues sí, les decía que en realidad Culiacán existe y ya lo verifiqué. ¿Qué pruebas les puedo dar? No sé, supongo que ninguna. El viaje hacia acá empezó con un aeropuerto alternativo... Yo llegando al enorme aeropuerto de Guadalajara, y en cuanto me acerco al mostrador me dicen "No señorita, para este necesita tomar el shuttle que sale de la pueerta de aquí enfrente"... ¡Madres! ¡Me van a mandar en guajolotero!

No fue exactamente así, aunque tampoco andaba tan alejado de la realidad. Resulta que me llevaron a un “aeropuerto lateral” de “salidas locales”. Tuve que esperar ahí mis consabidas dos horas antes de que el avión zarpara (gracias, Dios, por mi costumbre de cargar con libros)... y también tuve que documentar mi maleta porque el avión resultó ser una de esas cositas microscópicas en las que deberían de caber dos filas pero meten tres porque sí. A mi lado se sentó un señor más caderón que yo, al que traía encajado como niño atravesado; si movía yo la rodilla izquierda (la del pasillo) él se enteraba por mis articulaciones de la cadera derecha... no me extrañaría que la moda peje se extendiera y al rato los aviones de Aerolitoral tuvieran segundo piso, je.

Para colmo, el despegue tiene muchas vueltas y hubo turbulencias, así que por primera vez averigüé lo que se siente estar mareada en un avión, aunque no lo suficiente como para que me dieran ganas de usar la famosa bolsita. Más bien me dormí y ya... para cuando desperté, estábamos sobrevolando un cañón impresionante (no sé cuál, mi ignorancia sobre geografía es tan amplia como el mundo). Admito que eso me cambió el humor; lástima que en este viaje jamás me tocó la ventana (soy una nena… no, más bien un perro).

Llegamos completos pese al brincoteo y mi esperanza de llegar al reino de los números se desvaneció cuando vi las palmeras. Algo tiene Culiacán, que ni es ciudad ni es pueblo pero me cayó bien de verlo. Hay cinépolis, Yak, avenidas enormes y un centro comercial que causa furor en la gente de caché, pero también está el río, y los parques y el mercado y las tiendas de ropa del centro llenas de gente a mediodía y la catedral más desangelada del planeta.

Cuando empezaba a tomarme en serio esto de escribir, hice un cuento en donde al protagonista lo apodaban Sinaloa. Ahora ya sé que si en realidad hubiera sido culichi, no hubiera podido portarse como se portaba... La gente de acá es platicadora, abierta, habla golpeado y no les da pena decir de pinche para arriba: desinhibidos, pues. Tienen una forma de decir “¿mande?” cuando no entienden que más bien parece que te estuvieran regañando, pero como se sonríen nomás no puedes creer que se enojen.

Dicen todos que Culiacán ha crecido mucho en los últimos años. Se les nota... están a punto de volverse ciudad y lo saben (el taxista que me llevó al aeropuerto me dice: “Nos estamos pareciendo a Monterrey, para allá vamos” con una mezcla de orgullo y ese tonito que quier decir que a ellos les va a salir mejor el experimento de ser norteños exitosos), les emociona pero no tanto como para volverse sangrones o empezar a pensar como futuros chilangos. Por ejemplo, acá tienen botes de basura en cada esquina (mi obsesión más reciente... ¿por qué en provincia pueden tener botes de basura y en el DF no?) y semáforos en las avenidas principales; pero esos semáforos tienen una cosa ma-ra-vi-llo-sa: en un momento le ponen el alto a los coches de las dos vías que se cruzan... y los peatones se pueden cruzar en diagonal por las esquinas (hasta tienen marcados los pasillos, caray). ¡Esos pasos de peatones pueden resumir muy bien la personalidad de Culiacán, creo! Aunque el centro de la ciudad se recorre en media hora de punta a punta ida y vuelta, la gente tiene algo, entre chispa y malicia de la divertida, y en realidad no les molestan los visitantes (en Gdl ma’o’meno, y en Mexicali no hay gente como para comprobar el hecho, jaja)

En fin, que después de desayunar machaca de marlin (sin acento, acá le dicen márlin y no marlín) y unos chilaquiles que no picaban nada, pero con salsa de lo más sabrosa, de comprarme dos camisetas muy a la moda y de por fin conseguir una pinchi postal culichi (en el aeropuerto... ya no había buzones así que tendré que enviarlas desde Mty), me dispongo a hacer un estop rapidísimo en la “realidad” que implica mi departamento, mi familia y el df por día y medio.

2 down, 3 to go... El lunes, Monterrey, que ya me tengo medida. Y en el hotel que me encanta (¿cómo no me va a encantar, si la última vez me quedé una semana ahí? y aparte se le nota a kilómetros que es de primera al desgraciado... luego me preguntan que por qué me gusta tanto Monterrey...) Después volar a Tijuana, que tendré que conocer más a detalle esta vez (y ahora sí tengo una mañana libre, y pasaré por el pasaporte a casa de mis padres; ojalá la visa todavía sirva). El “puente” en el df de nuevo, y luego Tuxtla. Y aterrizando de Tuxtla, un regaderazo y a la fiesta, más me vale... “¡es viernes social y ese no me lo tocan!” (frase sin nada más extraordinario que haber sido dicha por TODOS los culichis con los que platiqué, qué chido).

Actividades para tener en cuenta si regreso otro día de turista
1. comer más mariscos y tomar cheve
2. ir al río, para ver a la gente pescar
3. a lo mejor aprender a pescar yo :)
4. venirme con 2 pantalones y una camisa, y comprar el resto de la ropa acá (regla de provincia: en muchos lugares hay ropa buena y barata, muy barata. Acá son los jeans y las camisetas de moda... y en la calle todas las niñas andan arregladitas, con sus blusas muy femeninas y/o estampadas... coquetonas ellas)
5. quedarme en otro hotel
6. averiguar cómo son los viernes sociales de Culiacán
7. seguir investigando, a ver si Daria Zen tiene razón y hay culichis guapísimos (en el aeropuerto vi 2 o 3 ejemplares)

Breve diccionario (palabras usadas y no usadas en el blog)
cheve= cerveza
pinchi= pinche
culichi= natural de Culiacán
expendio= depósito= cervecentro
oxxo= superama chilango
tejabán= no sé, tengo que averiguar... me lo dijeron en una de las sesiones del trabajo y me intriga
bolis= congeladas
carajo= huerco= chamaquito

PD: aunque lo escribí mitad en Culiacán y mitad en el avión camino al df, apenas lo posteo en el aeropuerto del df, rumbo a Mty... disculpen la tardanza, ja.

jueves, marzo 09, 2006

Voy a lo desconocido...

Si de una ciudad no tengo referencia alguna, es de Culiacán. Recuerdo vagamente que cuando aún existía el correo normal (ahora sólo queda el electrónico... he buscado en todo Guadalajara alguien que tenga la vaga idea de qué fregados es un timbre y todo mundo me ve con una mirada intensa y extrañada "¿de qué planeta viene?"

Inclusive de Tuxtla he logrado hacerme una idea gracias a las sugerencias recibidas. Pero de Culiacán nadie habla... Empiezo a sospechar que no existe. Mañana a mediodía me subiré en un avión que me va a llevar a ningún lado (la única imagen que me pasa por la cabeza es aquella película que vi de niña, La caseta fantasma: me voy a meter al avión, me transformaré en un dibujo animado y me pasarán cosas muy raras (tal vez, igual que en la película, ayude a reconciliar al reino de los números con el de las letras).

Recuento
Hace años me había peleado con Guadalajara. A instancias de mi entonces adolescente hermano (el Zanate), vinimos a pasar las últimas vacaciones en familia aquí, mientras mi relación con un hombre que después demostraría ser un tipejo se desmoronaba y yo no podía quedarme a remediarlo. Como no conocía a nadie excepto a mi familia (a diferencia del sociable Zanate, que vino a ver amigos y tuvo qué hacer todo el día) me encerré en El nombre de la rosa. Cuando lo terminé, el domingo, no había nada abierto, sólo las iglesias y el Hospicio Cabañas... Tomé algunas fotografías y juré que no regresaba.

Aquí estoy, 4 años después. No lo detesté... Caminé como estúpida (igual que cada vez que estoy sola en una ciudad). No tomé tantas fotos, o al menos no son tan estudiadas como las anteriores. La gente me pareció más amable que la última vez. El centro (como en buena ciudad colonial que haya durado hasta ahora) tiene todas las calles acomodadas por tipo de tiendas: la calle de las papelerías (me acordé del muy mentado "el olor de las peluquerías me hace llorar a gritos" que siempre he cambiado por "...de las papelerías..."), la de las telas, la de los zapatos. O Guadalajara está llena de zapaterías o de plano tuve suerte y me tocó justo en medio de la zona zapatera de la ciudad...

Ayer cené en un restaurante que el Zanate me recomendó, la Karne Garibaldi. Son como bisteces muy picados, en su jugo, con frijoles y un poquito de picante... La orden incluye frijoles con elotitos al centro, unas cebollitas muy buenas y una salsa bien sabrosa. Bañé todo con una cerveza... wow, qué bien. Para no dejar, hoy mi almuerçomida (cuando ando de viaje hago 2 comidas: una a mediodía y otra en la noche) fue una torta ahogada con dos taquitos, que me comí con absoluta impropiedad (no sé comer tortas ahogadas, que pena).

El centro de Guadalajara está lleno de bancas para sentarse... extraña y extraordinariamente limpio... lleno de botes de basura enormes en donde pude tirar mis papelitos (siempre traigo basura en los bolsillos, no tolero tirarla en la calle y la tengo que guardar hasta llegar a un sitio con bote). Hoy por la tarde me senté al lado del Teatro Degollado y leí durante dos horas mientras el sol bajaba; cuando la luz de lectura se fue me fui con ella...

Me compré un Snicker's en el Oxxo más grande que he visto en la vida (también vi un 7-11 con estacionamiento para 20 coches, ¡qué pues!) y ahuyenté el antojo de comérmelo por el doble de precio directo en mi habitación.

Conclusión: Guadalajara es mejor de lo que recordaba (aunque todavía no me encanta, como me pasó con el "espantoso" Monterrey). Necesito encontrar lugares para comer, aunque supongo que a este paso ocurrirá más temprano que tarde. Me gusta un centro de ciudad en el que puedes ver pasar la tarde sentado en una banca, leyendo, mientras justo al lado una pareja no tan joven se magrea y enfrente un ñor dibuja caricaturas, sin el escándalo en el que se ha transformado Coyoacán. ¿Por qué diablos en mi ciudad hay tan pocos botes de basura?

Y no... no compré zapatos.

¿Trabajo? ¿que vine aquí por...? ¡? Ah, sí. Hoy entregué un reporte del cual mi jefe sólo leyó la última diapositiva, que tuve que explicar a profundidad por teléfono... 3 veces. Yo quedé satisfechísima...

1 down, 4 to go!!

Si Culiacán existe y tiene internet, les escribo desde allá. Si no, pus no. Y prometo saludarles al Dodecaedro... (¿alguien más vió esa película? ¡a veces creo que me la imaginé completa!)

lunes, marzo 06, 2006

Guadalajara

Llegué hace como una hora. Nunca me fijé cuanto tiempo se hace del aeropuerto al hotel, en realidad lo único que quería era darme por hospedada. Ahora pienso en dónde voy a comer y qué se me antoja... bueno, mi antojo es fácil: quiero el snickers de 19 pesos que está encima del servibar... si logro resistirlo seré una heroína del subdesarrollo; si no, siempre puedo comprar más snickers en alguna tienda alrededor y sustituirlos... O tragármelos, da lo mismo.

Estoy en un hotel que fue viejo alguna vez, y que desde que lo compró una cadena de hoteles gringos se volvió "de negocios". La gente, eso sí, amabilísima. No tenían mi reservación, no sabían ni quién era, pero me respetaron la tarifa de empresa y eso me tranquiliza sobremanera, me deja más dinero para gastar en alimentos y transporte (los dos asuntos centrales de todo viaje a provincia con gastos pagados por la empresa). Mi ventana da a una calle que todavía desconozco (en realidad desconozco casi todo Guadalajara, hace años que no vengo), lo más divertido es que se alcanza a ver un edificio que en la parte alta dice: "Templo masónico" (y yo que creía que los masones tenían alma de organización secreta, caray). De eso y del letrero que está pegado en mi vidrio que dice "Ventana cerrada. No abrir" ya tengo fotos. Desgraciadamente mi Circe está peleada a muerte con la cámara (no se hablan) y bajarme las fotos es imposible... necesito conseguir una PC con la cual hacer la operación rápido y pasar todo a la memoria USB... O sea, mejor espérenlas hasta la próxima semana.

Empiezo a trabajar a las 6 pm. Saldré a las 10 de la noche... Mañana entro a trabajar a las 7 pm y saldré a las 9 (gotta love this project). Tendré, pues, todo el miércoles para mí, sobre todo si decido hacer la preentrega desde hoy por la noche y complementarla mañana en la noche; ojalá que no me gane la pereza, prefiero tener más tiempo libre. Como le dije a una amiga: más vale que trate de volver estos viajes lo más placenteros que se pueda, considerando que al paso que voy nunca voy a tener varo para pagarme unas vacaciones decentes (mejor vacacionar un poco en los viajes a los que me envía la empresa, ja)

Por cierto: confíen la mitad en lo que dice el pronóstico del tiempo que tengo en el sidebar: ni remotamente nublado, aunque fácil estamos a los 28 grados que decía. Claro que cuando salí del df tampoco había "niebla"... Según el botones, en el norte está haciendo frío. Espero que no sea el caso de Culiacán, traje pura ropa de 25ºC para arriba. Acabaré comprando ropa para el frío, como el último viaje a Monterrey.

Ya me voy... tengo hambre. Harta. A ver que como.

Subactualización: En el blog de mi primo, Moaré Estudio, hay una foto que me solicitó amablemente, para explicar una teoría de diseño. Pasen a visitar y ríanse de mi cara en la imagen... Gracias, gracias.