El soundtrack de la oficina.
Una de las grandes gracias de mi área de especialidad: cuando tienes trabajo, tienes MUCHO trabajo. Cuando baja el ritmo, la empresa se queda en punto muerto...
Después de semana y media de dedicarme en cuerpo y alma al blog, de pronto el miércoles en la noche los clientes del mal se despertaron (casi todos los clientes son clientes del mal, creo sinceramente que es la única categoría). Tres propuestas una tras otra. Llamadas telefónicas. Invéntate algo, ya luego vemos como lo hacemos en realidad (una de las frases favoritas de mi jefe). Otra vez la presión, la adrenalina. Hoy conference calls y juntas, y... Wow.
Y con todo, me he dado tiempo de escuchar los soundtracks de algunas personas favoritas (y nuevos favoritos también). Ayer terminé de escribir una historia azotadísima que sólo había empezado y no podía terminar, cortesía de la música de uno de ellos (ya platicaré quién después, creo) que iba de extremo a extremo, sweetie-depressing to hard-acid-sarcasm en 46 minutos flat.
En realidad no fue una historia como tal... fue sólo vomitar en el papel una cuestión a la que le había dado vueltas mucho tiempo, directo de mi estómago. Me da gusto decir que la música de ayer funcionó como "laxante mental" y me puso en contacto con el lado que necesitaba.
Si mi oficina tuviera un soundtrack, esta semana habríamos pasado de Ray Conniff (el rey de la música de elevador, aunque la versión chilanghorrible de poner cualquier cosa en guitarra de Chamín Correa aplicaría también) a un sonido totalmente hectic, todo a máxima velocidad, música de la que no escucho porque me sintonizo y luego voy dando tumbos conforme lo marca la batería potentísima... ¡uy!
En este preciso instante, silencio total. Toda la gente del nivel inmediato superior fue a juntas... lo cual quiere decir que las del nivel inmediato inferior (secretarias & such) huyeron rápidamente al banco, a desayunar, a lo que sea. Yo que vivo en el limbo (oficialmente descontinuado según el veintiúltimo teólogo que conozco) me quedé en la oficina... Voy por Circe a la cajuela del coche, así al menos tendré música más ad hoc con mi estado de ánimo (pienso en Toxicity, de System of a Down ¿por qué, diablos?)
Si la música me inspira, escribiré otro poco. Si no, vegetaré hasta la hora de la cita que n0 sé en dónde es, a la que tendría que ir mi jefe que no irá (¿qué con mi jefe? ¡Se evade de la realidad más que yo! y yo bloggeo...)
Hoy es un día importante. Wish me luck y cierren la puerta cuando salgan, plis...
4 Comentadas:
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somos los tres cochinitos,
pasamos para desearte
luck en la junta importante;
y también para dejaros
un soneto rebonito,
que cuenta (¡oíd y enteraos!)
una historia muy sencilla:
qué sienten las parejitas
del sushitto al cinemex.
Pues yo igual, de metiche, después de que, leyendo Antrobiotics y obviamente sin conocer a sus autores, me pareció muy bueno todo, pero además ese blog donde se habla de las diez palabras más odiosas. Me gusta tu blog. Me cae re bien tu humor. Me gusto el relato de la cena con salmón, pero más todo lo que significó el personaje...sólo Dios sabe. Un abrazo
Chabelo te comprometieron en el comment anterior,
dicen que solo tu sabes
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