jueves, marzo 23, 2006

Mediodia en Tuxtla.

Basta un mediodía en Tuxtla para comprender por que parece que todo en el sur se mueve más despacio. Con el sol encima, llega el feliz punto en el que las piernas se vuelven costales de arena, el aire se pone denso y parece que está uno caminando contra corriente en un río que llega hasta el cuello.

La verdad es que ahora sí no he tenido tiempo de conocer nada. Terminé tan cansada ayer que hoy me paré a las 10.30 am, con la feliz coincidencia adicional de perderme el desayuno gratuito del hotel (me acuerdo que en León me los comía... el inventor de esos “brunches” le tenía mala voluntad a la “clase ejecutiva”).

No hubo mayor complicación que conseguir un taxi (ay wey, si en Mty les dicen choconautas, espérense nomás a quedar a merced de un piloto de carreras de Tuxtla) y pedirle que fuera hacia el único sitio de cuya existencia sé: el Parque de las Marimbas (sí, las dos con mayúscula).

Justo enfrente, una cafetería (del Parque, obvio; alrededor de ese parque lo que no se llama la Marimba se llama el Parque) que por míseros 66 pesitos me dio de desayunar unos huevitos tuxtlecos (tortilla de huevo bañada en salsa de jitomate sin picante, acompañada por frijoles negros refritos y dos plátanos fritos), 4 tazas de café, jugo de naranja y un pastel “de la abuela”, que no tenía ni complicaciones ni pretensiones pero estaba extraordinariamente fresco y por lo mismo más que delicioso (imagínense pastel de vainilla, relleno de mermelada de fresa y cubierto con merengue... ahora imaginen que en vez de haber estado dos o tres días en el refri, se lo comen con el merengue recién hecho, y que el merengue no sabe a pintura vegetal ni a manteca, sino a merengue del de adeveras, y que el pan es como el de un tres leches pero sin estar empalagoso... ahora acompáñenlo con excelente café chiapaneco. ¡Fts!)

Después de eso, a caminar. No mucho, en realidad, nomás porque a 5 cuadras a la redonda no alcanzaba yo a ver todavía nada interesante. Los tranvías turísticos también estaban ahí, pero por lo visto el movimiento acá empieza hasta después de las 3 de la tarde... cuando pasa el calor. Lo más que hice fue comprarme un traje de baño de urgencia (por 98 pesos en una Bodega Aurrerá... imaginen eso también) porque no traje el mío creyendo que el hotel no tendría alberca (estoy en un cityexpress, ya les contaré un poco más adelante) y resultó que sí... y no nadar con este clima es un pecado mortal.

Hablando de pecados, estaba yo muy quitada de la pena, en el parque de las marimbas, comiéndome una nieve y tratando de empezar este post en papel, cuando llegó un cuatito a regalarme la salvación divina. Mta... no, gracias, hoy no, a lo mejor mañana. Eso me saco por ser amistosa y no comportarme como la chilanga que soy. Empezó a hacer la plática tranquilo, y de repente ¡sobres! dale a hablar de Dios y de Jesús. Supe que estaba en pedos severos cuando uso el verbo “perseverar” (¡madres, este es de los teleevangelistas del 4! ¡idiolecto a la vista!). Hasta me invitó a comer o a tomar un café, y ni siquiera con intención de ligue (literalmente, Dios me libre) sino de mostrarme el camino hacia la luz... ¡¡Aaaaaagh!! Ni modo. Hubo que pararse de la banca a la escasa media hora de haberme aposentado en ella, y salir corriendo del parque antes de que me convirtieran al brasilerismo.

El hotel

Les contaba que estoy en un cityexpress. Eso no es bueno ni malo, sólo es triste. Imagínense que las entrevistas las estoy haciendo en un salón del Camino Real, que está a 100 metros de aquí... y yo metida en el cityestress...

¿Qué tengo contra el cityexpress? No mucho. En realidad es la reinterpretación del hotel de “pasada” (que no de paso) pensado para viajeros de negocios (ahora apodados “clase ejecutiva”, nomás que no como la de los aviones, que es la chida, sino como en “tú sólo vienes de entrada por salida y no tienes varo”). Cómodo, sin lujos, tristón, diseñado como para que te sientas en un hotel (no como en casa). Las paredes pelonas te restriegan que están haciendo todo lo posible por que la estancia te salga más barata, y en vez de escatimar en limpieza o en el colchón mejor se ahorran cualquier cosa que no sea funcional, por ejemplo, en el baño te ponen un solo jabón (si no traes el tuyo, te bañas y te lavas la cara con el mismo) y una botellita de champú, y con el pretexto de que “hay que cuidar la ecología” te invitan a pedir que no cambien tus sábanas y tus toallas diario (más bien lo hacen por ahorrarse también ese costo... a mí me da igual, ni que yo cambiara las sábanas diario en mi casa).

Bueh, todo eso lo sabía desde antes de venir; por eso dejé mi traje de baño en la casa, porque podía haber jurado que la alberca era considerada un gasto inútil también; pero ¡no! ahí estaba, azul y vacía (como todo en el hotel, lo que no es azul es beige... la alfombra es gris mugre pero eso también es estratégico, se ve menos sucia). En cuanto abandoné corriendo el parque de las marimbas agarré el taxi y me vine a jugar al pececito y después a hacerla de lagartija (con toda mi rellena y rubensiana humanidad tomando el sol... soy el perfecto ejemplo de lo que deberían de prohibir a la orilla de las albercas, lo sé, pero me vale ;) ) Acabo de percatarme de que hace al menos 3 años que no me tiraba a tomar el sol al lado de una alberca... en todas mis incursiones vacacionales o no había alberca o no había sol o ninguna de las dos; ¡fantástico! ahora resulta que me asoleo más cuando trabajo que cuando vacaciono (como si necesitara una prueba más del patetismo de mi vida, jaja)

Total, que el cityexpress es triste... pero sigo prefiriéndolo al hotel en el que me hospedo en Tijuas (el Real del Río). Éste es descaradamente austero y baratón; el de Tijuana es como un hotel caro venido a menos, pretenciosote pero con habitaciones que huelen a pis de niño rancia, y para colmo sin internet (bueno, si tienes inalámbrico puedes ir al lobby y sentarte ahí a que todo mundo te vea usar la compu). Acá, en cambió, hay internet... pero cuesta 30 pesos la hora, y cuando activas la clave prepagada se abre una deprimente pantallita que cuenta el tiempo que te queda en reversa (puedes ver cómo se te agotan los minutos, no apto para ansiosos y/o deprimidos).

Conclusión: me voy a llevar la laptop al Camino Real, que es hotspot (uy sí), y desde allá subo esto mientras como en su restaurante (ojalá me dé tiempo).

Si nos da tiempo, también, trataremos de ir al Cañón del Sumidero mañana (suena a muchos, pero es que la reclutadora y su marido están con el plan y ya me les pegué); el único pequeño problema es que el avión sale a las 13.35 y no sabemos si nos da tiempo de ir, hacer el recorrido en lancha por el río Grijalva y regresar. Si voy, les cuento; si no... pues no. Igual que siempre.

2 Comentadas:

Blogger elisa dijo...

no mi querida Bitter, lo que sí es imperdonable es que no te tires al sol más seguido. Bueno, vaya, te lo dice una que en su otra vida seguro fue lagartija o reptil, ya que como vil heliotropo, lo busco como busco la caricia. Que si es cityestress chafita, pues ni modos, a veces no se puede tener todo en la vida...Por lo demás, me parece de lo más sano que en medio de la "terrible chamba" te des tu tiempito para disfrutar. Me antojaste el desayuno, yumi! Besos

9:41 p.m.  
Blogger Coppelia dijo...

Daria de mi vida!

Pues es que el sol me tiene mala voluntad, literalmente... mira!! hoy me paré temprano, con toda la intención de irme a meter a la alberca y tomar el sol hasta derretirme, para ir a tomar el avión al rato... y tengo tan buena suerte que aquí estoy, en el internet de nuevo, porque amanecio nublado y con viento. Ni la alberca abrieron, vaya.

Te mando un abrazo fuerte fuerte.

10:33 a.m.  

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