miércoles, enero 18, 2006

Valemadrol en cápsulas.

Ya pasó el primer acceso (pinches hormonas, siempre lo he dicho). La solución a todos mis problemas: una dosis bien servida de cinismo y dos cucharadas de "me vale madre lo que pase". Si soy mala, al menos me lo tomaré con calma y haré concha (es lo único que queda).

Ayer, según yo, todo salió bien. Lo mismo había dicho el lunes en la noche, y el martes en la mañana ya me había recetado un "¡No entendiste los objetivos del estudio!". Ahora he decidido que no daré informes acerca de la salud del paciente hasta después de 24 horas. Si me vuelven a decir que no tengo idea de lo que hago, concha absoluta: Valemadrol en deliciosas tabletas masticables. Tómelo en el desayuno, en la comida, con la cena. No causa adicción, la sobredosis sólo produce sonmolencia eterna.

Empecé a escribir sobre las diferentes especies animales con las que hay que tratar en este negocio. Probablemente lo postee cuando lo termine, pero por ahora no he avanzado mucho en el teclado (3/4 de semejante texto están en mi cabeza).

El escándalo del día en la oficina: le robaron la bolsa a una de las moderadoras, mientras checaba sus correos en el hotel, en pleno León Gto. Ahora todo mundo está intrigado pensando en cómo la regresaremos a la ciudad de México, y tratan de investigar cómo lidian las aerolíneas con el improbable caso de que a alguien le roben la cartera en una ciudad que no es la propia (con eso de que la delincuencia en el mundo entero no ocurre, y menos en México). Yo ya les dije que al menos tendrá que ir a perder un rato de su valioso tiempo al MP (para levantar la denuncia y acreditar que le robaron todas sus identificaciones) pero nadie me pela/cree, y prefieren enviarle por fax una copia de su pasaporte "a ver si con eso la dejan subir al avión". Y nadie piensa en hablarle directamente a la aerolínea (¿para qué?), mejor le hablan a servicios internos para que le hablen a la agencia para que le hable a la aerolínea para que les diga que hacer.

En fin. La depresión va en retirada, ahora me vale lo que digan... Como decía el propósito de año nuevo que le dediqué a la Paos: hoy viviré de acuerdo a la ley del menor esfuerzo.

martes, enero 17, 2006

Strikes.

Van dos. (tiendo a empezar mis redacciones con oraciones cortísimas, lo sé; es un vicio de estilo del que no he querido deshacerme porque sé que infartaría a más de tres buenas conciencias de la redacción). Hoy tuve el segundo strike en este fantástico intento por cambiar de giro. Me enteré también de que el proyecto aquél que me emocionó tanto a principios de diciembre siempre no ocurrirá (y Alá sabe por qué, Alá es siempre sabio y justo); conclusión: estoy teniendo la peor racha desde que estoy metida en esto.

El colmo es que mis hormonas me traicionan y acabo haciendo gala de “sensibilidad” frente a mi jefe (recontrafoc) cuando se repite frente a mis ojos la escena de la semana pasada. No me duele que me digan que no sirvo para lo que he estado haciendo los últimos dos años (sé que no sé y que aprendo sobre la marcha). Lo que me duele es haber dejado mi otra carrera por esto, ¿cómo le explicas a tu jefe que no te pega tanto el tener que reaprender las cosas como la nostalgia por una vida que no es?

Ayer por la noche sentí que podía empezar a construir más rápido, para aprovechar el impulso del momentum y desafanarme más pronto de todo (entrar a estudiar la maestría ya; así en 3 años y medio la tendría terminada y seguramente en 3 años ya tendría ahorrado lo del último semestre así que no importaría seguir aquí o salir corriendo). A partir de hace dos horas estoy parada de nuevo en arenas movedizas, y aunque aparece un departamento como posibilidad y el timing es perfecto entre eso y la maestría y... en este instante no sé si quiero durar.

Soy la piedra movediza que nunca mohó la cobija, en cuanto veo problemas sólo quiero correr, correr y no parar... Es lo único que heredé de mi abuela la admirabilísima: mi madre el carácter bondadoso, mi tía topo dice que ella heredó la independencia, otra tía la prudencia, otra tía la determinación...

Yo sólo quiero heredar sus frases más desesperadas: “Si yo fuera hombre, no me habrían visto ni el polvo” (yo no soy hombre, pero vivo en otro mundo, donde las reglas son distintas, donde a una mujer puede no vérsele el polvo) y “tengo ganas de echarme a correr y no parar”. Eso y tal vez la poesía (aunque cuando se sintió morir destruyó todo) y su afán por no salir en las fotografías (por eso soy fotógrafa, para no estar frente al lente).

Que otros te hereden las virtudes, Tita. Yo sólo puedo heredarte los defectos.

jueves, enero 12, 2006

Cursos en blancos.

Salí "temprano" de la oficina (sólo una hora y media después de mi hora de salida teórica) y fui a un centro comercial. Vi los letreros de rebaja con la misma cara que Ulises puso al escuchar a las sirenas... Entré a una tienda mamona de decoración de interiores y vi sábanas de colores intensos que estaban a la venta de manera "individual" (o sea que no tendría que comprar tooooodo morado, tooooodo negro, tooodo verde). Dejé de pensar. Algo tomó control de mí (supongo que el diseñador frustrado --por manco-- que llevo dentro) y me obsesioné con dos cosas: hacerme de un juego de sábanas nuevo, y que fueran de colores armónicos pero distintos.

Lo primero que tuve que hacer fue tomar un curso sobre "Terminología de tienda española mamona de blancos". Así aprendí cosas tan útiles como éstas:
"bajera ajustable": es lo que mi mamá llamaba "sábana de cajón" y yo conozco como "cubrecolchón".
"sábana encimera": sábana, a secas.
"funda nórdica": funda para edredón.

El siguiente curso (sólo para quienes aprueban el primer nivel) es "Matemática del colchón". Para poder comprar las sábanas correctas, tengo que adivinar si me ajustará mejor una bajera ajustable de 90 x 220 cm o una de 150 x 220 cm, y si debo combinarla con una sábana encimera de 160 x 180 cm o bien con una de 220 x 280 cm...

¿Cuánto mide mi cama? ¡Diablos! Desde "Las bodas de Fígaro" que no veo a alguien tomando las medidas de su cama... aunque, ¿quién sabe? tal vez sólo las 7 mujeres que estábamos ayer tratando de adivinar cuánto medía la nuestra no lo hemos hecho. Después de 30 minutos de vueltas y de hipótesis incomprobables, decidimos tomar por asalto a una "señorita": ¿Señorita? Sí... ¿usted sabrá qué medidas son las correctas para una cama individual? (retahila de números, de la cual sólo logro retener lo indispensable: bajera 90, encimera 160, funda... ya no me acuerdo).

Examen profesional: Encontrar TODOS los elementos en una permutación tal que generen una combinación agradable a la vista. Quería que fueran fucsias con rosa y rojo, o negro con azul turquesa, o rosa palidísimo con morado... La única combinación presentable de la que pude obtener todas las piezas en el tamaño correspondiente (excepto las fundas de almohada, que sólo había matrimoniales) fue en verde bosque con verde hospital (pero no tan hospital, me repito desde ayer).

En cuanto llegué a la casa me dispuse a cambiar las sábanas. Ahora sé que los colchones europeos son MUY, MUY largos (me sobró como medio metro de sábana encimera) y que mi colchón, tomando en cuenta la profundidad y el ancho, mide 108 cm (¡qué bueno que compré la bajera de 105!). Todos los días se aprende algo nuevo...

PS: Me encontré a mi primera jefa, la que tuvo fe en que un administrador venido a escritor podía ser su redactor en jefe... Me contó que la empresa va mal y que probablemente acaben cerrando dentro de poco. No es que fuera un gran medio (en realidad era de distribución gratuita y limitada, especializada en un tema imposible) pero sentí tristeza de esa mezclada con nostalgia. Además, siempre era mi backup plan para regresar a editorial (¡cínica!). Cha...

miércoles, enero 11, 2006

Deja vú all over again (Das is ein Mist, 2)

Tengo un ego enorme. Un ego gigantesco, inflado, que tolera mal la humillación. Por no tolerar las humillaciones dejé un trabajo que (en líneas generales) no me disgustaba tanto como mi jefa.

El trabajo era una montaña rusa de emociones: diosas vivientes un día, empleadas sobajadas el siguiente, genios nucleares pasado mañana... pero la dueña de nuestros destinos era una fuente segura de golpes bajos, mierda y otras sorpresas a cual peor, como llegar a la oficina y encontrarte con un tapete negro y peludo a medio pasillo, que de pronto cobraba tono muscular y se lanzaba contra las rodillas (resultaba ser un schnauzer gigante venido directo del infierno; casi como el poodle gigante del sueño de alón). O bien, escuchar que no ibas a la junta que llevabas preparando dos semanas, porque ¿qué caso tenía? Mejor iba ella (que no tenía idea de nada) y se llevaba a alguien de mejor ver que tú (que sabía menos que ella o tú).

La mejor historia que tenemos sobre mi exjefa es una junta en la cual, mientras sus empleados presentaban “El Proyecto”, ella:

  1. se dedicó a interrumpir, haciendo preguntas que daban a entender que ella no sabía NADA del proyecto
  2. distrajo al cliente hablando de su familia y planes a futuro
  3. dijo que el chino era “apenas un dialecto de sonidos inconexos”
  4. se puso a leer revistas, dando la espalda a la pantalla
  5. se metió una taparrosca a la boca

Eso fue mi vida un tiempo. Luego brinqué a mi actual antro de vicio. Y ayer tuve frente a mí a una clienta que me recordó lo peor de mi exjefa (excepto al perro, que amablemente me recordó alón, sobre todo por lo de la rodilla semirrota):

  1. interrumpió una sesión a la mitad, casi tirando la puerta (ha ido a mil sesiones, pero no sabe utilizar las puertas especiales “disimulables” de mi salita, ¡ja!)
  2. escupió más bilis que yo sobre las instalaciones de la empresa (y en realidad no son malas... tal vez tampoco ultramodernas, pero son muy buenas)
  3. amenazó con cobrarme las clases de metodología (olvidando que hizo el estudio con nosotras porque “somos diferentes a lo de siempre”)
  4. no me bajó de estúpida inexperta (chale, dos años y haber renunciado al medio editorial haciendo esto, para que me digan que no sé lo que hago... cuando escribo nadie es tan sangriento. ¿Alguien busca redactor baratón no tan barato?)
  5. amenazó con cancelar el proyecto debido a la pésima moderación y las instalaciones tan inadecuadas (le avisaré a mis clientes internacionales con los que trabajé sin bronca en el trimestre pasado... tal vez quieran que les regrese su dinero)
  6. retrasó la segunda sesión casi una hora, por discutir puntos que, si cancelábamos el proyecto eran absolutamente irrelevantes y que se podían haber acordado después (y luego quieren que las invitadas estén “alegres, participadoras y cooperativas, que verbalicen mucho, mucho”)
  7. canceló el proyecto y se niega a pagar las sesiones que sí corrimos (como fue nuestra culpa... ¡Bueno, mía, enteramente mía, chingá!)

Aguanté vara como sólo lo sabemos hacer los serviles que trabajamos en contacto directo con los clientes (aunque mi primo el diseñador asegura que mi cara decía: “¡¡¡¡Quítenme la mesa o se la aviento!!!!”). Salí a comer a las 4.30 de la tarde. Ya no sé si quiero llevar un proyecto más que me emocionaba mucho, pero que requiere cierta cantidad de experiencia, y ni siquiera por mí sino por cómo vayan a reaccionar los clientes cuando vean a una “escuincla” que a leguas se nota que no puede tener “10 años de experiencia” (yo no los vendo, la gente los pide. Y juro que no lo inventaría).

En fin. Das ist ein Mist, this sucks. Lo único bueno de todo: que dijeron que gracias a nuestro “espíritu de servicio”, “nos considerarán para futuros proyectos”. Ah, y que el cliente me vetó. Así, si esos “futuros proyectos” se hacen realidad, yo no tendré que trabajar con esa... (pensaba poner alguna palabra linda aquí, como histérica, arpía o algo. Pero como nunca sé quién puede leer esto, mejor dejo los puntos suspensivos)

martes, enero 10, 2006

Das ist ein Mist!

Después de un día tan pinche (mañana, espero, la reseña)... Alguna buena noticia tenía que haber:


Which British Band Are You?