miércoles, abril 26, 2006

Cursitis aguda.

Revisé mi agenda (además del blog, of course) y descubrí que en el último mes llevo 4 CURSOS (y deberían de haber sido 5). ¡Qué bonito! ¡Trabajo en una empresa que me capacita y me motiva!

¡Madres! Un curso de motivación, tolerable. Dos, motivo de burla. Tres, hastío. Cuatro ya es demasiado. Mañana y el lunes pasaré 4 horas cada día disfrutando de los primeros 2 módulos de "Habilidades gerenciales" (ni modo, yo no iba a ir pero mi jefe me endilgó). El lunes falte a uno de "Soluciones de negocios" nomás porque estaba como cruda (un virus puma que me atacó por andar yendo al estadio, jaja). El jueves pasado, la primera parte (creo) de uno que se llama "Inducción y cambio". El 10 de abril, el de reinducción. El 31 de marzo, tuve la primera parte de "Equipos de alto rendimento". La segunda parte de esa cosa la tendré el sábado 6 (y, por supuesto, me saldré a la mitad... ¡¡tengo una vida!! o al menos eso quiero creer).

Diría Mar que el término correcto es cursosis, porque cursitis sería la inflamación del curso. Pues no sé, pero a mí tanto curso me inflama el hígado... ¿eso contará como cursitis?

Nota infame
Es oficial. Desde ayer bitter berri anda enamorada como un asno, estado que será irremediable de aquí a finales de julio. No esperen nuevas noticias al respecto... sólo es por si notan que el amargor se azucara de repente. Gracias por su comprensión y disculpen las molestias que este estado inconcebible les ocasiona...

viernes, abril 21, 2006

Vida de Munchausen

Ja. Justo hoy, platicando con M en nuestro regreso de comer, me di cuenta de que a veces me siento como el Barón Munchausen cuando platico mi vida. Soy como el abuelo Simpson: "Cuando fui...". Lo que le comentaba a M es que a veces ni yo me creo las afirmaciones que hago al respecto de lo que he hecho en mi vida; suena como de ficción que en 27 años me haya tirado tantas puntada. Tal vez por eso costaba tanto trabajo que me contrataran en las empresas. Tal vez por eso la gente me ve con una pizca de incredulidad. Pero juro solemnemente que las ocupaciones que voy a enlistar las he tenido todas, al menos una vez:

Cosas con las que he ganado dinero/profesiones:
  • diseñar invitaciones
  • rotular sobres
  • hacer mensajería
  • ser recepcionista (con mucho, lo que más he odiado)
  • ser moderador en cualitativo
  • hacer corrección de estilo
  • escribir (artículos, tareas, ensayos...)
  • hacer encuestas
  • dar clases de inglés
  • tomar fotografías
  • hacer retoque digital de imágenes
  • organizar grupos de estudio (y hacer materiales y todo)
  • ser adjunta de profesores (elaborar exámenes, preparar temas...)
  • ser asistente de laboratorio fotográfico
  • hacer análisis semiótico
  • hacer análisis de diseño editorial (flujo de lectura, peso del diseño...)
  • hacer consultoría organizacional
  • intercalar y engrapar revistas a mano (eso es conocer el proceso editorial a fondo)
  • ser "edecán" y repartir folletos (pero esto me lo pagaron en dolarucos, jeje)
  • viajar por algunas ciudades de la república (eso es casi hobbie, pero lo paga la oficina... así que es la última de trabajo)


  • Cosas que he hecho por puritito hobbie:
  • cantar en un coro de música "clásica" (hasta que me corrieron... los maestros fueron mis patrones cuando fui recepcionista. Imagínense)
  • exponer fotografía (en grupo y sola)
  • participar en concursos de oratoria y declamación (casi debería ponerlo como profesión... me obligaban en la escuela, y lo odié)
  • actuar (esto sí me apasionaba)
  • hacer trucos de magia (se deriva de actuar)
  • dirigir teatro
  • hacer radio
  • tomar fotografías (sí, es más hobbie que profesión)
  • diseñar páginas web en html
  • usar disfraz y salir así a la calle
  • cantar en Coyoacán
  • diseñar "planes de mercadotecnia"
  • coser a mano (hago muñecos, bolsas, mi juego de baño...)
  • bordar
  • pintar cerámica
  • hornear pasteles
  • entrevistar gente (alguna vez hasta un candidato político, jaja)
  • ser parte del consejo de estudiantes de comunicación
  • hacer libro-objeto
  • ser ñoña scout (sí, ¿y?)
  • bloggear


  • Si nadie me cree, ni modo, jeje. Juro que hay días que yo tampoco... Eppur, si muove!! la próxima vez que suelte un "Ah, sí, cuando yo fui..." los dejo en la absoluta libertad de creerme o no. Esta listita es lo más semejante a un "yoyolog" que pasará por aquí (pensaba poner egolog, pero en realidad ESTO ES UN EGOLOG, todo él, todo el tiempo hablo de mí y de mis problemas, gira en torno a mí... ¡¡magnífico!! ahora que lo admito me siento liberada) y es sólo conforme me fueron apareciendo las cosas en la memoria... No creo que sea exhaustiva. ¡Ese es el problema!

    Juro que cuando pase la siguiente semana (que ya será de nuevo de trabajo, esta semana fue tranquila) tendré más quejas normales y menos yo-yo. Mientras, entreténganse descubriendo si hay alguna cosa que no debiera estar ahí (yo voto por mi título de licenciatura).

    martes, abril 18, 2006

    La oferta de la banca es de...

    Lo que más me encanta de los inicios de quincena son las visitas al banco. Si estoy de buenas, enamorada, me escapé de la oficina (eso siempre me mejora el humor) o simplemente brotan en mí extraños germinados de optimismo (a veces pasa), basta con pasar a pagar mis tarjetas para que se me quite.

    No sólo es porque tenga que soltar mi dinerito; hacer una fila de 12 personas afuera del cajero automático solamente para que me entregue la cantidad de dinero que le da la gana y en billetes de alta denominación (digamos: pido $4000, me da $2,700 en billetes de $500 y el sobrante de $200) también ayuda.

    Ahora bien: asistir a una sucursal bancaria, para hacer LO QUE SEA debe ser el equivalente terrenal del Purgatorio de los teólogos: una fila interminable donde pasarás horas, a merced de la burocracia. Espero de todo corazón que la burocracia celestial sea más benévola, y que el Cielo no se parezca en nada a la caja de Banamex. Y si se parece... pues entonces no quiero irme al Cielo (mejor reencarno).

    Ir al banco no es de esas cosas que hayan sido buenas siempre y de pronto haya empeorado; simplemente se ha transformado de formas insospechadas gracias a la famosa "cultura de servicio" y a las otras maravillas de la mercadotecnia conocidas como "experiencias de compra" y "programas de lealtad". Por ejemplo, si no tenías suficiente con soportar el mal servicio generalizado, ahora tienes que chutarte la idea de que existen clientes de primera, de segunda, de tercera y la pelusa... Hay "fila para clientes de lujo", "fila para clientes empresariales", "fila para clientes a secas", "fila para pelafustanes metiches que no sabemos a qué vienen a invadir nuestro sacrosanto espacio" y "fila de los que haremos esperar hasta que se momifiquen".

    Ah, y las filas... Hace años, a alguien se le ocurrió la genial idea: "¡Ya! ¡todos estamos hasta la madre de hacer filas! ¿por qué no ponemos sillas y damos boletitos de turno? Sí... la idea es como de salchichonería de súper, pero si a ellos les funciona ¿por qué a nosotros no?" Y de pronto, todos los bancos tenían sucursales llenas de sillas, como terminal de autobuses. Llegabas, tomabas tu boleto (el 225) volteabas a ver el letrero de "Atendiendo al..." (087, por supuesto) y te sentabas con resignación y ojalá un buen libro entre manos. O te ibas, si tenías prisa.

    Como la gente se iba, el mismo cuate (podía ser otro, pero con el mismo cerebro) se preguntó: "¿cómo mejoramos esa experiencia de compra? ¡Ah! inventemos una fila para la gente con prisa... sí, ya sé que las cajas rápidas de los súpers lo hicieron primero... pero ¡aquí es una innovación!". Después de eso, llegabas a la sucursal y había de dos sopas: o tomabas el papelito 1'087,942, o te formabas en la caja 1 (normalmente durante una hora, pero siempre más rápido que esperar del número 227 al 1'087,942). La vida no era sencilla, pero al menos avanzabas.

    De repente decidieron quitar las sillas en la mayoría de los lugares, porque... ¡la mayor parte de la gente prefería formarse en la fila! La cantidad de lugares para sentarse se redujo drásticamente a menos de la mitad. Sólo se sentaban los abusivos que planeaban hacer más de tres operaciones o que querían presumir de mover mucho dinero... Bueno, uno que otro personaje de la tercera edad, lesionado o embarazada también. En algunos bancos, como no sabían que hacer, inventaron la modalidad de "sillas musicales": están colocadas en hilera, como fila... Cuando el que está hasta adelante pasa a la caja, los demás se paran, se recorren un lugar y se vuelven a sentar. Encantador.

    Ahora han impuesto una nueva modalidad: Si te vas a formar, debes tomar un papelito. No importa si eso infla hasta el infinito el número de la pantallita, ni que los cajeros no revisen si el papel es de hoy, de ayer, de la semana pasada o si te lo heredó el tío Ernesto que murió esperando su turno en la sucursal del sur... El caso es respetar el procedimiento. Ahora bien, para "mejorar el servicio", en la sucursal de Banamex a la que tengo la poca suerte de asistir colocaron a una mujer que se dedica a inspeccionar la fila. Las dos últimas veces que fui ocurrió el siguiente diálogo:
    -Buenas tardes, ¿ya tomó su turno?
    - Sí (muestro el turno)
    - ¿Qué operación realiza?
    - Pago de tarjeta de crédito.
    - ¿Es cuentahabiente con nosotros?
    - (bitter se pone repentinamente verde) No sé, ¿tener una tarjeta de crédito con ustedes cuenta como cuentahabiente? (risas de los que están formados frente a mí)
    - (con turbación) no, pero sí... siga formada. (pausa) ¿Su pago es mayor de $30,000?
    - (bitter, molesta pero encantada de volver loca a la empleada sin criterio) ¡Gracias a Dios no! (más risas del resto de las víctimas bancarias)
    La empleada bancaria se retira y pasa con el siguiente sujeto, que resulta ser una ñora que va diario y se sabe todas las mañas necesarias para sobrevivir en una fila de banco...

    Harta de mi trabajo, sí. Pero definitivamente es mejor que ser esa empleada del banco. Lo más bonito es esa distinción entre clientes y pelusa del ombligo: según yo, si vas a hacer un pago, a cobrar un cheque, a depositarle lana a tu primo Jacinto (el hijo del tío Ernesto, que la necesita para el velorio) te transformas en cliente porque estás haciendo uso de los servicios del banco; pero los bancos, en su infinita sabiduría, consideran que cliente es sólo aquel que es lo suficientemente iluso como para dejar su dinero en manos de tan respetables instituciones; los demás sólo estamos quitándoles espacio y oxígeno a sus verdaderos clientes.

    Y ya la cereza en el pastel son los cajeros y cajeras, que a las 2 de la tarde ya están de un humor más horrible que el mío... En la universidad tuve compañeros que trabajaban en eso. Créanme: si la fila es el Purgatorio y llegar a la ventanilla pudiera ser el Cielo, en el Infierno uno trabaja de cajero, contando billetes y teniendo que cuadrar las cuentas del día entero.

    Pues que digan lo que quieran... pero ese estilo de servicio es lo que hace que:
    a. mi cuenta de ahorros esté en un banco despoblado, pero que curiosamente siempre tiene gente de buenas en las ventanillas
    b. nunca haya considerado a HSBC como posibilidad para tener una cuenta
    c. tenga una extraña relación "te odio, pero no puedo vivir sin ti" con Banamex
    d. odie ir a Bancomer con sus filas ridículas
    e. haya roto relaciones diplomáticas con Santander
    f. en general, odie a los bancos (aunque también por sus cobros indiscriminados, su falta de criterio y otras maravillas)

    bitter is totally back. ¿Se nota? Gracias a Bancomer, a Banamex y a las tarjetas de crédito que hicieron esto posible!!

    martes, abril 11, 2006

    Estoy harta.

    Sí. Estoy harta de ver la misma información todos los días durante mes y medio y no saber cómo sacarle análisis. Estoy harta de ver como mi jefe huye de mi durante tres días sólo para reunir el valor suficiente para preguntarme "¿es ese documento lo mejor que puedes hacer?". Harta también de estar sentada aquí ocho horas al día, calentando la banca, faltaba más. Estoy harta de no hallarle sentido a mi trabajo (tal vez es que tengo que ser más ardilla y menos topo, o más ganso y menos pato). Estoy harta de no poder ocupar mi especialidad empírica sólo porque ahora resulta que nadie le entiende. Estoy harta de meterle cambios de "diseño" a la información para que la entiendan de manera diferente (si presentas esta lista en una gráfica de círculos concéntricos quedaría mejor, ¿no crees?).

    Estoy harta de que mi estado personal interfiera para mal con mi vida laboral (ahora resulta que no puedo estar deshecha y luego enamorada y ser productiva al mismo tiempo, con un diablo). Estoy harta de dedicarle tanto tiempo a la empresa y tan poco tiempo a mi casa. Estoy harta de venir a la oficina durante la semana en la que todo mundo está (o debería estar) de vacaciones (y apenas es martes, carajo). Estoy harta de verme en el espejo todas las mañanas y sentirme bien conmigo misma, y luego llegar al trabajo y empezar a sentirme inútil, impotente.

    Estoy harta de sentir que por lo único que vale la pena estar en esto es por la posibilidad de viajar. Estoy harta de sólo dedicarme al trabajo y apenas ahora empezar a retomar la vida social, y estoy harta de sentirme culpable por salirme sólo una hora tarde de este sitio y dedicarle tiempo a los cuates o a las fiestas o a mí, en lugar de al puto documento que, ahora sí, llevo dos semanas haciendo.

    Estoy harta de que los proyectos regresen como muertos vivientes durante mes y medio después de que los concluí, pidiendo cambios o revisiones o puntos de vista o... Estoy harta de usar la credencial para entrar (y eso que a los de vigilancia recién los cambiaron). Estoy harta de cursos de inducción y reinducción, cambio y recambio (y todavía me faltan como 3). Estoy harta de que digan que son voluntarios para luego soltar el discurso de "pero los que no quieran cambiar ya verán lo que les va a pasar, y el que no se adapte se friega". Estoy harta de sentirme tan vieja siendo que sólo llevo 6 meses aquí.

    Estoy harta de depender de este trabajo para mantener mi departamento y mis libros. Estoy harta de no escribir mas que en los blogs y ya no publicar en ningún lado. Estoy harta de ya no sentirme orgullosa de mis resultados, sino parcialmente avergonzada todo el tiempo, como si tuviera que pedir perdón por ser la segunda persona más joven de la oficina. Estoy harta de no saber nada. Estoy harta de esta cadena de fracasos laborales que ahora me tienen en el congelador de mi jefe. Estoy harta de no ser psicóloga, ni antropóloga, ni diseñadora, ni siquiera comunicóloga, sino un simple administrador de empresas con pretensiones.

    Estoy harta de evadirme bloggeando. Estoy harta de no tener el valor para enfrentar la realidad. Estoy harta de sólo tener una amiga sincera en la oficina y saber que está a punto de irse. Estoy harta de sentir que con el resto de la gente en este lugar tengo que "hacer méritos" "quedar bien" "demostrarles algo". Estoy harta de tratar con máscaras y no con gente. Estoy harta de desconfiar hasta de mi sombra. Estoy harta de estar tan, tan harta... Y no quiero tomar la decisión porque sigo pensando que en algún lado tengo que aprender y durar más de un año si no quiero que mi currículum quede marcado eternamente por mi inestabilidad (que la descubran después...)

    Listo. Ya vomité todo. Mañana nos vemos en esta misma oficina, a la hora de siempre, lista para seguir con el documento que se ha tragado mis últimas semanas. Voy a dedicar la noche a planchar ropa y poner en orden mis cajones... Y así hasta el final de los tiempos.

    viernes, abril 07, 2006

    Book frenzy.


    Mi jefe me llamó para gritarme cuando iba rumbo a la librería a conseguir un librito de psicología del color. Frustrante... Y si algo no puedo resistir es la tentación de comprar cosas cuando estoy frustrada. Para colmo, más trabajo para hacer en casa. Así que toda esta fotografía es culpa de mi jefe y sus mocos mentales...

    Disculparán. Tenía un fotolog pero hicimos un pacto suicida y Vestar se murió... supongo que en algún momento regresará de entre los muertos. Mientras tanto, creo que pondré más fotos de mi día a día aquí, al fin que ya aprendí como se ocupa eso del upload de imágenes.

    Sigo con el fregadísimo reporte de las 5 ciudades. Lo tuve que hacer en tres días por andar resolviendo bomberazos (pero bien que has tenido tiempo para bloggear, diría mi madre si me viera), y por supuesto que no quedó como hubiese querido. Ahora lo estoy remodelando, después de tres o cuatro gritos a lo pendejo de mi jefe, que nomás me dijo "es como un cuentito de niños, eso". En cambio, mi supervisora, antes de que yo saliera de la oficina, ya me había comentado que estaba muy descriptivo, que mejor lo hiciera todo con gráficas... Eso sí es una indicación, no tonterías.

    En fin. Trabajo y trabajo, y no acabo. Ya me estoy aburriendo. Se supone que me mandarán de viaje dentro de poco... otra vez. Más les vale, sólo estando fuera de la oficina me olvido de lo triste que es tener un jefe como el mío; bueno, así o comprando libros en el Sótano en cantidades masivas... debiera cobrárselos, ¡si hubiera ido de buenas sólo habría comprado el de teoría del color!

    miércoles, abril 05, 2006

    Bienvenidos a la vida surrealista de...

    Viva viva.

    El viernes tuve un curso de motivación, por eso ando tan animada... ¿Pueden imaginarse entrar a una de esas sesiones de 6 horas escuchando lugarse comunes después de la comprobación de viáticos que vino del infierno y la firma de contrato vencido? Pues bienvenidos a la vida surrealista de bitter.

    Después de subir el post anterior, me lancé a la fiesta loca con Monique y el resto de la banda, en pleno jueves por la noche. Estuvo muy, muy chido, a excepción de que me la pasé sobria (¿qué estado es ese para una fiesta así, por dios?) y de que a las 2.30 am me entró el complejo de "Mta, ya estoy vieja para estas fiestas", así que a las 3.30 salimos huyendo junto con la mini Chinos. Dormimos de 4 a 6.30 am... y de ahí a empezar el día.

    Yo, por supuesto, no manejé hasta mi casa, sino que me quedé en casa de la Chinos que está como a 10 minutos de mi oficina. No llevaba ropa, así que sin bañar, bien desayunada (ah, una madre que le haga el desayuno a una... eso es como momento mastercard, no tiene precio) y con la ropa de la fiesta (bueno, ahora que lo recuerdo, tenía una camiseta y compré un sweater presentable en Gigante, 139.90 con descuento, y no se ve mal, je) me presenté en mi oficina... Sólo para salir corriendo a las oficinas centrales de la empresa, al curso.

    Llegar y tomarme dos tazas de café fue todo uno (eso y mandar un mensaje escrito con la doble finalidad de desaburrirme y contactar al hombre que me ha tenido de cabeza en esta última semana). Me pusieron una etiqueta con mi nombre (horror, yo hago eso con los participantes en mis sesiones) y empezaron a hablar de algo... En realidad no recuerdo nada de la primera hora, estaba yo dormida con los ojos abiertos.

    Para mi vergüenza, tendré que admitir mi formación académica: administrador de empresas; ahora sabrán por qué. Cuando desperté fue porque venía regresando del baño y descubrí que mis compañeritos de curso estaban haciendo grupitos y anotando en papeles. Yo me había sentado con gente que no era de mi área... era de administración y finanzas. ¿Qué estamos haciendo? "Ah, definiendo las diferencias entre un grupo y un equipo" me contestó mi entusiasta compañera. Cuando descubrimos que las tres habíamos pasado por esa diferenciación durante semestres y semestres... casi nos desarmamos de risa.

    Perdí la diversión cuando el coach dijo que iba a empezar con las películas, y procedió a torturar(me,nos) con la fantástica "¿Quién ha movido mi queso? La película" ¡¡¡Mtamadreeeeee!!! Esa fantástica fábula empresarial sobre cómo hay que ser instintivos como los ratones y correr a lo pendejo aunque no sepas para dónde y el cambio no haya demostrado ser bueno o malo, o aunque no tengas objetivos... Mi cerebro empezó a hervir, pero dediqué buena parte de la proyección a dormir con los ojos abiertos y a mandar mensajes (deveras, ese hombre no sabe de las muchas que me ha rescatado, jaja). No pude evitar hacerle saber mi parecer al instructor al finalizar el video, lo cual me valió una cara de "ya me arruinaste la sorpresa" y su pánico cada vez que parecía tener cara de participar.

    Después de eso, receso para fumar (en mi caso, vomitar. Dicho por un amigo que también sabe de cursos y de aviones: "¿y no te dieron bolsita para el mareo junto con el curso?"). Al regresar, ooooootra fabulita de "los negocios se manejan como los animales": seamos como ardillas, como castores, como gansos, como ratones; es más, ahora me doy cuenta de que los roedores llevan la delantera en el mundo de los negocios.

    Me dio tiempo para averiguar que estas historias de éxito (léase Gung-Ho, Fish!, el reputisi... perdón, reputado queso y muchas más) son la versión empresarial de las telenovelas. ¿Por qué? Chequen: una persona, de preferencia perteneciente a una minoría (ahora las favoritas son las gerentes, pobrecitas mujeres enfrentándose a un mundo empresarial injusto) logra subir en la escala social (en este caso jerárquica). Tiene que enfrentarse con adversidades aparentemente imposibles de solucionar, pero al final encuentra la ayuda necesaria y logra el éxito. Esa ayuda viene de gente aparentemente más jodida que ella (un nativo americano, vendedores de pescado, etcétera), que conoce la sabiduría de los animales. Esa gente responde a la pregunta: "Si ellos que están jodidos pueden ser felices, ¿por qué yo no?" Y entonces, la moraleja sería: ¡HAY QUE SER JODIDAMENTE FELIZ (y medio animal)!

    Por supuesto, la mitad del curso la dedicamos a hablar de liderazgo. Adecuado, considerando que el único que faltó de mi área fue precisamente MI JEFE... por supuesto que nos ayudó a diagnosticar la falta del mismo (la falta del jefe y la del liderazgo, no es redacción confusa). Con el paso del día (duramos TODO el día laboral encerrados) los ánimos se iban poniendo cada vez peor, y para colmo la sala en la que estábamos era como para 20 personas sin proyector y sin computadora; por supuesto que con 22 personas, computadora y proyector adentro, el calor era como para cocinar al vapor. Cuando llegamos al video de "Lance Armstrong trabaja en equipo" cerré mis ojitos cleto y no supe de mí hasta que las voces dejaron de arrullarme.

    Al final, el brillante instructor decidió que hiciéramos ejercicios de relajación que requerían estirar las manos, así que "había que apagar los ventiladores". Los 20 minutos más largos de mi vida... sofocándome, muerta de aburrimiento, deseando salir corriendo a mi depto para darme un baño y encontrarme con el misterioso hombre de los SMS (pensar que antes de eso mi plan era ir a la despedida de un ex mejor amigo de su trabajo) y hasta el vómito de escuchar cómo los animales pueden dirigir sus "pequeñas empresas" mejor que cualquier humano...

    ¿Eso explicará por que luego en los puestos gerenciales sólo encuentras bestias? (y no siempre, que conste; conozco algunos directores chidos y/o inteligentes... pero hay tantos animales en las altas jerarquías que empiezo a comprenderlo: el más animal se queda con el mejor puesto)

    Lamento haber escrito hasta ahora. Es sólo que el fin de semana estaba demasiado feliz; se requería de unos días de oficina y un reporte que se resistiera a todos mis esfuerzos para inspirarme a hacer este blog... ¡Pero estoy de vuelta! ¡Y reloaded! (El café alucinógeno de Córdoba me da alas, creo)